Caleuche
Una cosa hay segura: es quese escuchan, provocan e incitan a embarcarse para correr la misma aventura, hasta el fin.
Si lo dudáis, leed...
ALONE.
Prólogo que completa esta historia
HASTA el día de hoy no se han sabido las verdaderas causas del naufragio del pontón "Caupolicán": el único sobreviviente, yo, su Comandante, no se ha entregado aún a la justicia. Ya deben estar serenados los ánimos prontos a condenar laconducta de los hombres que cargan con duras responsabilidades, y ha llegado, para mí, el momento de explicarme. De todas maneras, resuelto ahora a afrontar cualquier decisión, por nefasta que sea, no titubearé en presentarme ante los jefes que han de decidir mi suerte. Como mi estada incógnita, en la torre del faro de Agui donde me refugié, tuvo una particular influencia sobre esta resoluciónmisma, creo necesario dejar aquí constancia de este importante detalle. Hablaré de mi propia aventura en el correspondiente sitio. En estas líneas sólo me limitaré a decir que, por haber arribado aquí, al ser náufrago de aquel barco, llegué a escribir la historia que sigue. Yo no era el mismo hombre que soy ahora cuando abordé Punta Agui, donde me acogió el anciano guardafaro que tuvo lagenerosidad de esconderme y alimentarme. Más que alimento y refugio, le debo a este hombre humilde una visión distinta de la vida, del destino, una especie de sabiduría humana con la que me ha regalado al contarme su vida; o, mejor, la vida del ser que, a su vez —decía—, lo había hecho meditar sobre "cosas que no parecen las más importantes, y tal vez lo son" Por otra parte, le debo informaciones desumo interés sobre la vida chilota. Yo no conocía del Archipiélago —fuera de su reputada belleza— sino la fama de sus papas y de sus sel
vas que dan las mejores maderas. Sabía que llueve ahí "trece meses del año", que donde mire la vista, se divisan emergiendo entre el verdor de los árboles y pastos las flechas de cien iglesias. Vagamente había oído de sus mitos, aunque bien conocía, comomarino, el del fabuloso "Caleuche", de más interés y maravilla que el de su hermano holandés, "El Buque Fantasma"...
Sin embargo, había estado tres veces en Ancud y dos en Castro; pero de paso, siempre, el tiempo que anclaba mi buque. Recordaba, sí, la inteligencia de los isleños, de los pocos con quienes había cruzado palabra. La dueña de la pensión donde alojé en Ancud, por ejemplo, a más de sermujer hermosa y que demostraba saber manejarse en sus negocios, me llamó la atención por la correcta manera de expresarse y de pronunciar, que pudiera envidiarle la más atildada de las maestras. Pero no sólo ella, persona ya más culta, hablaba de este castizo modo —no olvidemos las remotas influencias españolas—, sino que el muchachito, de unos trece años, que me llevaba los bultos, seexpresaba mejor que cualquiera de los rotos que yo había conocido; me conversaba, durante el trayecto de subida por la empinada calle, desde el muelle hasta la pensión: tenía sus ambiciones; deseaba ir a Puerto Montt, quizás a Santiago, y demostraba por sus preguntas un espíritu muy abierto.
He sabido, después, que Chiloé cuenta con el mayor número de escuelas entre las provincias de toda laRepública, y no me extraña.
En la marinería de a bordo había tenido también ocasión de tratar al chilote, la mejor gente para el mar, y no me era desconocido su genio un tanto filosófico y poético, su carácter fatalista, dado a las supersticiones como pocos. Pero contacto verdadero con los isleños, sólo he venido a tenerlo por intermedio del anciano que me hizo compañía en mis días de reclusión...
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