Capitulo V Eneida

Páginas: 35 (8726 palabras) Publicado: 18 de junio de 2012
Eneida: Libro V

Entretanto Eneas ya mantenía seguro su rumbo
con la flota y del Aquilón negras cortaba las olas
volviéndose a mirar las murallas que ya resplandecen con las llamas
de la infeliz Elisa. Oculta les queda la causa que encendiera
fuego tan terrible; mas las penas duras de un amor grande
mancillado, y el saber de qué es capaz una mujer desesperada
lo toman los corazones de losteucros como triste presagio.
Cuando las naves ocuparon el mar y ya ninguna tierra
les viene al encuentro, mar por todo y por todo cielo,
a él cerúleo nubarrón se le paró sobre la cabeza
llevando noche y tormenta y se encrespó la ola de tinieblas.
El propio Palinuro, el piloto, desde su alta popa:
«¡Ay!, ¿por qué nimbos tan grandes han ceñido el éter?
¿Qué nos deparas, padre Neptuno?»Luego que así dijo
ordena arriar las velas y ponerse a los fuertes remos,
y ofrece pliegues oblicuos al viento, y añade esto:
«Magnánimo Eneas, ni aunque Júpiter me lo prometiera
con su respaldo esperaría yo tocar Italia con este cielo.
Opuestos rugen los vientos de costado y se levantan
de lo negro de la tarde y el aire se condensa en nubes.
Y no podemos nosotros luchar en su contra ni hacertan gran esfuerzo. Puesto que nos vence Fortuna, sigamos
y pongamos rumbo a donde nos llama. No creo lejanas
las seguras costas de tu hermano Érice y los puertos sicanos,
si es que bien recuerdo y vuelvo a medir los astros ya observados.»
Y el piadoso Eneas: «En verdad así veo hace rato que lo piden
los vientos y que en vano te empeñas en su contra.
Dobla el camino a las velas. ¿Puede habertierra más grata
para mí o a donde más quisiera llevar mis naves cansadas
que la que me guarda al dardanio Acestes
y abraza en su seno los huesos de mi padre Anquises?»
Cuando dijo esto, a los puertos se dirigen y Céfiros propicios
les inflan las velas; avanza por las aguas rauda la flota,
y al fin gozosos arriban a la playa conocida.
Y a lo lejos desde la elevada cumbre de un monte seasombra
Acestes de su llegada y baja al encuentro de las naves amigas,
erizado de sus jabalinas y la piel de una osa de Libia:
concebido por el río Criniso una madre troyana
lo había tenido. Sin olvidar a sus antiguos padres
se alegra con los que vuelven y con agrestes tesoros gozoso
les recibe, y cansados les reconforta con amistosa ayuda.
Cuando el día siguiente, luminoso, había espantado alas estrellas
con el otro primero, a los compañeros de toda la playa convoca
Eneas a reunión y habla desde la altura de un túmulo:
«Grandes Dardánidas, estirpe de la alta sangre de los dioses,
se cierra el círculo de un año con sus meses cumplidos
desde que los restos y los huesos de mi divino padre
cubrimos con tierra y consagramos altares afligidos;
y ya ha llegado el día, si no me engaño,que siempre por acerbo
y por honrado he de tener (así lo quisisteis, dioses).
Así exiliado lo pasara yo en la Sirtes getulas,
o en el mar argólico atrapado o en la ciudad de Micenas,
votos anuales y, por orden, solemnes pompas
le rendiría y colmaría sus altares de presentes.
Mucho más hoy: a las cenizas y los huesos de mi propio padre
hemos llegado, creo, en verdad no sin la intención delos dioses
ni sin su numen y se nos ha hecho entrar en un puerto amigo.
Así que ánimo y celebremos todos alegre ceremonia:
invoquemos a los vientos, y ojalá él me acepte todos los años
en la nueva ciudad estas ofrendas en los templos que le dediquemos.
Acestes, un hijo de Troya, da dos cabezas de bueyes
para cada una de vuestras naves: invitad al banquete
a los Penates patrios y a los quevenera el huésped Acestes.
Y además, cuando la novena Aurora haya traído a los mortales
el almo día y haya despejado el orbe con sus rayos,
dispondré en primer lugar para los teucros un combate de las naves veloces;
y el que vale en la carrera a pie, y el que osado de fuerzas
llega más lejos con la jabalina y las rápidas flechas,
o se anima a presentar batalla con el rudo cesto,
acudan...
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