chupala

De niña detestaba los funerales, no por el ser querido, sino porque me aburrían.
Pero en el de Valentino, nunca me había sentido así, tan vacía, sin vida, no me quedaba nada,excepto a mi hermana, podría seguir llorando en su hombro, pero ¿De qué servía eso? No le daría vida a Valentino.
Éramos pocas personas en el lugar, Jesús y Marina, sus padres, quieneslloraban desconsoladamente, algunos de sus parientes lejanos, mi hermano y yo.
Es increíble como tan pocas personas estén tan tristes al mismo tiempo.
No lo soportaba más, erademasiado.
Así que huí, salí de ese lugar infernal, corrí tanto como pudieron mis pies, y sabían bien a donde me dirigía.
Llegué al terreno baldío donde solíamos sentarnos juntos, ynuevamente las lágrimas brotaron de mis ojos.
Me recosté de lado en el suelo, mirando a la nada, esperando que él volviera.
Y lo sentí.
Sentí música, colores, el viento, sentífelicidad.
Estaba viva sin la necesidad de respirar.
Lo extrañaba, pero estaba tan cerca.
Lo sentí a mi lado, besándome la mejilla suavemente, como solía hacerlo.
El mundo era nuestro otravez, podíamos cruzar ríos, montañas, ciudades y océanos juntos.
Él estaba aquí sin estarlo.
¿Qué éramos? Es decir, no nos vamos ¿Y ya?
No lo creo, somos más que eso, somos energía,una energía que jamás se detiene, que no para, incluso después de la muerte.
Valentino era la prueba, lo sentía, él me daba energía, cuando su físico estaba conmigo, e inclusoahora.
Y lo entendí, entendí que la vida no es sólo esto, que la vida no termina en la muerte, ni en el cielo o en el infierno.
Todo lo que vemos, tocamos, escuchamos, olemos, algún díano estará, pero nosotros sí.
Somos una energía constante, y eso me lo había enseñado Valentino.
Siempre hay otra oportunidad, para amar, para ver, para extrañar, para ser feliz.