Ciencias naturales en el nivel inicial

Universidad Autónoma de Entre Ríos
Consejo General de Educación de Entre Ríos
Universidad Nacional de Entre Ríos






Proyecto:
Praxis y memorias de la formación docente
Experiencias compartidas




Taller: Prácticas de lectura y escritura



En el país de las maravillas de Alicia




Sonia Patricia Krumm
17 de junio de 2010


En el país de las maravillas deAlicia

Las historias personales suelen estar teñidas por los tonos que les imponen la herencia y las circunstancias especiales de la vida, pero especialmente por las decisiones, acertadas o equivocadas que todos algunas veces hacemos.
Por eso resulta difícil entender cómo hay personas que trabajan por años, algunos toda una vida, haciendo algo que detestan hacer, o que les es indiferente. Conozcoa algunas. Son áridas, infelices; el aburrimiento les reseca la piel.
No puedo afirmar que tengo una piel hermosa… pero la satisfacción que me da la vocación docente me brota por los poros. Y no la elegí; más bien la profesión me eligió a mí casi al mismo tiempo que empecé a hablar.
Mi mamá cuenta que a mis dos años, mientras ella probaba la ropa que confeccionaba a sus clientas de costura,yo reunía a los chicos que las acompañaban en un círculo y les cantaba canciones y les contaba cuentos a media lengua. Y los grandulotes me escuchaban.
¿Cuánto afectan las impresiones de la infancia en la vida adulta? Creo que el psicoanálisis exagera con la importancia que le da a la vida pasada sobre la presente. Yo creo que las personas crecemos y nos rehacemos y reconstruimos todos los días…claro, en base a los escombros anteriores, pero siempre nos renovamos. Vivenciar de esta manera la profesión docente me otorga más posibilidades de crecer y menos tentación de sentarme en el sillón de víctima: “es que así me trataron, así me enseñaron, así me hicieron” y abanicarme con las plumas de la autocompasión.
Sea como sea, de mi infancia, sólo guardo recuerdos agradables. Y los que no megustan demasiado quedaron enterrados, muy a pesar de Freud.
Los niños de antes jugábamos mucho. El juego era un banco de prueba para nuestras fantasías, pero principalmente para el mundo real que se nos hacía infinito a la hora de explorar. Allí estaban las muñecas cruelmente cortadas con el fin humanitario de extirparles “tumores”; con los traseros como un colador por tantas inyeccionesrecibidas; con el cabello apelmazado por los peinados y cortes ensayados en la peluquería; sentadas estoicamente en fila, recibiendo lecciones de ortografía, con sus ojos azules fijos en la nada.
Nunca jugué a la mamá; me aburría. Y como alumnas, las muñecas me parecían estúpidas. Por eso, temprano descubrí que los mejores alumnos podían ser mis hermanos menores, vecinitos, primos y mi fiel Pelusa, laperra de la familia. Ella era la que más atención me prestaba.
¡Ah, tan fuerte era la vocación que me obligó a cometer mis primeros actos de deshonestidad! Cuando volvía de la escuela pasaba por el almacén y “sacaba a cuenta” más tizas, que nunca alcanzaban para las horas de cátedra que daba en el pizarroncito verde al fondo de mi casa. Pero compraba las tizas sin permiso y más de una vez me llevéalguna del aula, cosa que ensuciaba mi conciencia.
Y para completar el cuadro, entró a mi vida Alicia, la maestra de 5º, que nos enseñaba las regiones del país al son de su guitarra y el acordeón de su marido, cantando las canciones típicas de cada lugar. Que nos mostraba cómo hacer un geoplano en las horas de plástica y de pronto estábamos aprendiendo geometría “en la materia equivocada”, oanálisis literario y ortografía en los cuentos y libros que nos leía incansablemente todos los viernes mientras uno de nosotros le hacía masajes en el cuello. Y qué decir de las manualidades que por única vez en mi historia estudiantil sirvieron a toda la familia para diversos menesteres, y me dejaron habilidades de costura, telar, carpintería, cocina y otras tantas.
Alicia, la maestra que ponía...