Cinco mil años de palabras
Cinco mil años de palabras
Carlos Prieto
En una época de especialización obsesiva, en que la búsqueda de la perfección exige concentrar todos los esfuerzos en eldesarrollo de una sola actividad, es una sorpresa agradable tropezar con esos extraños personajes capaces de moverse con fluidez en diferentes disciplinas. Figuras como Cocteau, Tagore o Kundera, que hansido grandes creadores literarios y excelentes músicos, o historiadores y filósofos, que son compositores o buenos intérpretes, como Eric Hobsbawm o Theodor Adorno, son por lo menos descrestadoras,para usar un término que no sé si es usual en el español mexicano, pero aparece usado en Colombia hace más de 100 años.
Por eso, quiero comenzar esta presentación recordando mi sorpresa alenterarme de que Carlos Prieto, el excelente violonchelista mexicano al que conocía por sus presentaciones en la Biblioteca Luis Ángel Arango y por haber grabado, fuera del repertorio clásico del instrumento,una obra de la colombiana Claudia Calderón, no sólo era un notable músico y escritor, sino un matemático de nota. La editorial me mandó, junto con Las aventuras de un violonchelo y Cinco mil años depalabras, el libro de historia de las lenguas que hoy comentamos, dos volúmenes de matemáticas, entre ellos un avanzado estudio de topología. Leí con mucho placer Las aventuras de un violonchelo, queentrelaza con ingenio la vida del autor con la historia de su maravilloso Stradivarius y con las aventuras de su música, y me enteré de los estudios de ingeniería y de otras actividades insólitas dePrieto. Seguí después con el libro de topología, y tras varias horas de intentar entender sin mayor éxito los argumentos y ecuaciones, me entraron las dudas: esto era demasiado para un solo ser humano.Para mi tranquilidad, logré descubrir que se trataba de una inocente confusión lingüística y que el topólogo era un homónimo de nuestro personaje, que es, eso sí, experto en juegos de palabras,...
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