como leer una sentencia
CÓMO LEER UNA SENTENCIA *
1. Saber leer
Saber leer es otra de las versiones, en derecho, del Sapere vedere de MIGUE ÁNGEL. Hay algunos cuidados que hay que tener que son clásicos y conocidos.Otros no tanto.Empezaremos por los primeros, antes de entrar a la lectura de una sentencia que es una tarea más compleja de lo que parece.
*
Una obra fundamental que a su vez remite a granparte
de la bibliografía es NIETO, ALEJANDRO, El arbitrio judicial,
Barcelona, Ariel, 2000. Por nuestra parte hemos hecho re-
flexiones sobre la creación de una solución jurídica en gene-
ral, orientada hacia el escrito jurídico, en nuestro libro El
método en derecho. Aprender, enseñar, escribir, crear, hacer,
Madrid, Civitas,1988 y 4ª reimpresión 2001.
1.1 Saber leer el comienzo
Antesde tratar de la lectura de la sentencia judicial, conviene recordar algunas reglas simples por ello a veces olvidadas de lectura. Todos creemos que sabemos leer bien un texto jurídico, pero no suele ser así. Es fundamental, en la lectura, encontrar los puntos nodales o conyunturales, los ejes fundamentales de aquello que estamos leyendo y registrar empíricamente qué errores cometemos con másfrecuencia, para evitar repetirlos.Lo primero, los puntos nodales, varía de un texto a otro, en forma absolutamente no predeterminada: pueden estar al final, al comienzo,en el medio; destacados y/o al pasar, entre temas no importantes y /o aburridos.
Si el autor del texto jurídico ha querido ser didáctico los pondrá en un lugar destacado. Así, la comisión redactora del decreto-ley 19.549/72 puso
lomás importante al comienzo, por inspiración de quien fuera Procurador del Tesoro de la Nación el Dr. ADALBERTO COZZI. Injustamente olvidado en su aporte al texto definitivo; como es habitual, muchos piensan que la mayor influencia fue de los teóricos, no de los prácticos del derecho. Esa técnica lo hace poco elegante pero no
hay duda que ayuda a la comprensión del decreto-ley: sus primeros arts.son un compendio del derecho público ya de antes conocido
.11.1 Y no, como pretenden algunos, de un derecho públicoque nació allí de la nada.
1.2. Saber leer el final
En mi caso, uno de mis errores de lectura más frecuente es que inconscientemente, sin darme cuenta yo mismo de que lo hago, abandono la lectura un renglón o dos antes del final: sea un contrato, un acto jurídico cualquiera, unaley, la nueva constitución.Como mecanismo de autocontrol empiezo pues siempre a leer algo por el final, para estar seguro de que no se me escapará lo que esté allí.
1.3. La letra chica ilegible
Otro de los errores conocidos de lectura de un contrato cualquiera es no leer bien lo que se llama la letra chica. El nombre proviene quizás de los contratos preimpresos en que las cláusulas adversasal comprador figuran tan pequeñas como para ser normalmente ilegibles. Lo mismo con los productos que deben legalmente introducir aclaraciones de lo que venden: las suelen poner con un tamaño tan diminuto como sea posible (así los microfolletos que acompañan todo medicamento, indicando sus efectos adversos).Con el avance de los años y el deterioro de la visión a veces no podemos leerlos ni con unalupa. Y a los muy jóvenes, que pueden leerlos sin difi-cultad, normalmente no les interesa su lectura. Deberán aún equivocarse mucho en la vida para darse cuenta que hay que leer la letra chica. Con más cuidado que la letra normal. Por todo ello las normas de protección al consumidor suelen exigir un tamaño mínimo de letra, que no impida de hecho su lectura. Las advertencias en los productosnocivos como el tabaco suelen tener un tamaño predeterminado por
el orden jurídico.
1.4. La letra oculta
Las cláusulas o normas con letra chica pueden no ser tales en el tamaño físico, sino en la dificultad de ubicarlas. Es una vieja treta de abogados escribir cosas aburridas, inútiles, repetitivas y sin inmediato y aparente sentido práctico, que casi invitan a saltearlas y en el medio de ellas...
Regístrate para leer el documento completo.