Como yo era nino
‘le
la isla, desde una lejana aldea situada en algún rincón deHaití. Plasta los doce años vivió sin familia,
y
un día se lanzó al través de la frontera a
caminar tierras y tierras,recalando allí, mal pasando acá, hasta llegar a los lados de ElSeibo, débil y violada varias veces por los campesinos de la parte sur.Ella me narró esos acontecimientos. A veces me entra la creencia de quequizás sintío pena al decirme que antes (le llegar a El Seibo tuvo que acostarse con todo el que le dióun buen plato de comida. Así es la cosa por estos lugares De modo que así vine a nacer entre unafamilia de cabrones.Tengo una hermana llamada Santa, y no está mal su nombre, porque a pesar de que eshija de mí padre no es capaz de asustar tina mosca.Recuerdo que Santa y yo nos escapábamos bienlejos de papá, y nos íbamos a jugar cerca del río, aquel río traidor que se llevó en sus crecidas a más de un pobre campesinoalojado en algún bohío de la margen.Mis salidas con Santa llegaron alconocimiento de papá, y un buen día nos siguiósobre su caballo negro y descargó su corto látigo sobre nosotros, sobre nuestros cuerposridículos y flacos. No sé por qué a papá no le gustaba que yo jugase conSanta ¡ Ah bestia de hombre!Le di con una tranca sobre la cabeza y le vi caer como un saco de frijoles. Corrí aesconderme. Santa huyo hacia la casa y yo hacia los cañaverales.Durante diez días mealimenté con guarapo y casabe. Diez días malditos, con elcuerpo lleno de zanjas producidas por el filo de las hojas de caña que me enterraban unasespinitas molestosas.Me dijeron que papá había estadoseis día acostado, frenético, con un dolor en la nucacine parecía llevárselo el mismo diablo. Para mi sentir debió morirse entonces y me hubieraevitado el oficio de criminal que hoy me achaca la...
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