Cooperativas

“Sin embargo, en este sistema sobrenada una pregunta esencial, jamás formulada: ¿Es necesario merecer el derecho de vivir? Una ínfima minoría, provista de poderes excepcionales, propiedades y derechos considerados naturales, posee de oficio ese derecho. En cambio el resto de la humanidad, para merecer el derecho de vivir, debe demostrar que es útil para la sociedad, es decir, para aquello que larige y la domina: la economía confundida más que nunca con los negocios, la economía de mercado. Para ella útil significa casi siempre rentable, es decir, que le de ganancias a las ganancias. En una palabra, significa empleable (explotable sería de muy mal gusto).
Este mérito – mejor dicho, este derecho a la vida- pasa por el deber de trabajar, de estar empleado, que a partir de entonces sevuelve un derecho imprescriptible sin el cual el sistema social sería una vasta empresa de asesinato.
¿Pero qué sucede con el derecho de vivir cuando éste ya no funciona, cuando se prohíbe cumplir el deber que da acceso al derecho, cuando se vuelve imposible cumplir con la obligación?
Con ésta extensa cita, podemos hacernos una idea aproximada de la fuerza con la que se presentifica la noción de empleodesde el cotidiano de la hipermodernidad. Surgen imágenes de destino, fatalidad, e irreversibilidad en un contexto hipermoderno marcado por el dinamismo, la flexibilidad, los fines y el éxito. Cuando la dinámica de la economía de mercado aniquila de la faz de la tierra cientos de miles de empleos, nos viene a la mente la imagen de un desastre de vidas devastadas que pasan a engrosar lasestadísticas de los desocupados.
La desocupación es la materialización del horror económico. Es la experiencia, la encarnación de la exclusión. No, más bien la inclusión, el colmo de la inclusión, es estar incluidos hasta la medula. Ser incluidos, incorporados a ese ejército de reserva que son los “buscadores de empleo”. Buscadores de empleo que automáticamente los incluye en el bando de los perdedores.Una identidad del desempleo que se piensa desde el fracaso, habilita una mirada superyoica culpabilizante y surge la pregunta en los desocupados: ¿qué incapacidad, que vocación de fracaso, qué mala voluntad, qué errores los arrojaron a la bolsa de los perdedores? Desaprobación propia y la de los demás. El autoreproche de llevar una vida miserable, una vida subsidiada. Todo esto les “inculca lavergüenza, ese sentimiento de ser indigno que conduce a la sumisión plena (…) Nada debilita ni paraliza tanto como la vergüenza (…) La vergüenza permite imponer la ley sin hallar oposición y violarla sin temer protesta.”
Sin embargo, la respuesta a esta interpretación catastrófica del desempleo, es la idea del individuo objeto que aplicando su capacidad de historización e historicidad se apropia de lahistoria pasando a ser un sujeto,y logra el movimiento desde una historia actuante a la historia actuada.
La historia actuada por el sujeto, no la podemos pensar como un estatus, es más bien un proceso, un trabajo o acción dinámica cuya fuente es el sujeto. La historia actuante, sin embargo, nos remite al individuo en su faz de objeto de un devenir socio histórico, cuya fuente supera ampliamente alindividuo objeto ubicándose en la cronología.
La referencia al desempleo se justifica por la regla general de que en la historia del sujeto que participa de una cooperativa, previamente hubo una situación de desempleo, precariedad, incertidumbre. Anterior a la iniciativa asociativa, existió un momento de necesidad de supervivencia.
El momento socio histórico que estamos viviendo, aún mantieneen un lugar de máxima jerarquía al trabajo en su modalidad de empleo. La historia actuante como motor del habitus se mantiene operativa gracias a los aparatos de producción ideológica del Estado (ej, escuela, lo jurídico, el sistema de partidos). En otras palabras, el individuo en la historia social ocupa un lugar de clase con un habitus particular que le hace comprender como natural la...