Cuento 1
Cuando mis hermanos y yo éramos pequeños, mi madre nos decía con frecuencia a cada uno de nosotros “pide un deseo”. Si pasábamos por debajo de un puente por el cual estaba pasando un tren nos pedíaque cerrásemos con fuerza los ojos y pidiésemos un deseo.
Tres -y muy concentrados- a la hora de soplar las velitas cada cumpleaños. Uno, si veíamos una estrella fugaz, varios si encontrábamos unpanadero o diente de león para soplar y hacer volar nuestros deseos por el aire.
Cuando ella cumplía años me gustaba observarla frente a las velitas; cerraba sus ojos, nos pedía que estuviésemos muycerca de ella y luego de un rato de mucha concentración, soplaba las velas y sonreía como convencida que aquellos deseos que había pedido, se convertirían en realidad.
Yo le hacía caso y no perdíaocasión de pedir mis deseos y en la inocencia de mi niñez, creía que todos se cumplirían. Sin embargo, no todos se hacían realidad. Recuerdo cuando pedí que mi muñeca pudiese conversar conmigo y queaprendiese a escribir para que nos pudiésemos enviar cartas, eso jamás ocurrió. Yo no me desilusioné, pensaba que tal vez a mi muñeca le costaba aprender a hablar y a escribir, tal como a mí me costabaatarme los cordones solita y esperé con paciencia que ese deseo se cumpliera.
Siempre me pregunté por qué para mi madre era tan importante que pidiésemos deseos y de niña no encontré la respuesta, medivertía y pensaba que si ella nos lo pedía, una buena razón habría. Yo lo hacía y ya. No sabía tampoco si se cumplían sus deseos o no, pero no me atrevía a preguntarle porque –aun siendo pequeña- yosentía que los deseos eran algo íntimo, propio y se deben guardar para uno.
El tiempo pasó y siendo ya una jovencita con muchos deseos pedidos debajo de un puente por el cual pasaba un tren, soplandovelitas o mirando caer una estrella fugaz, me daba cuenta que no bastaba con cerrar bien los ojos o soplar muy fuerte.
¿Qué había que hacer entonces para que los deseos se cumplieran? ¿Habría...
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