Cuento Corto utilizando las locuciones

Porque hay algunos que dicen Vale al muerto que descansara en la muerte sobre su tumba, por el resto de sus días. En cambio, hay otros que comprenden, como yo, que esto no tiene caso… Decirle adiósa un cuerpo sin alma, es como un fragant delicto, es como retar a lo absurdo.
Yo vivía en Puebla, la capital de los Ángeles, a mediados del 1793; Cuando todo comenzó como per áccidens. Yo erabastante grande en apariencia, peo bastante pequeño en madurez. Trabajaba con 21 años en una empresa famosa -y aun así absurda- de maquillaje, diseñando y desarrollando nuevos componentes para crear mujeresplásticas más perfectas. Vivía totalmente apegado a mi modus Vivendi… No era yo, sólo un estatus.
Mi vida no era vacía, en apariencia, pero si en esencia, id est, vivía, sentía, disfrutaba de todoslos et caéterae sin ser feliz realmente. Eternamente se encontraba aquel gran agujero que desde pequeño era parte de mí… Y aunque mi madre dijera que era muy dulce y triste sentir eso, mi padre de porsí hubiera golpeado sus palabras hasta que murieran, con tal de poder decirme “Nenaza” sin interrupción. Siempre fue así mi vida: Simple, atareada y cambiante. Pero la disfrutaba precisamente porquellenaba cada instante que amenazaba para convertirse en vacío.
Ella era una simple pordiosera cuando la vi por primera vez, una pordiosera con ojos como el mar y caballera rubia y esplendorosarecortada como pocas veces la tiene una mujer, al ras de la cabeza. No sé parecía precisamente a una pordiosera, de facto, no se parecía a nada, ni nadie que tú pudieras conocer algún día. Sus ojosbrillaban con alegría de un tono azul claro, parecido a tono de las muchachas de alcurnia que caminan por estas calles con vestidos caros y hombres finos del brazo. Verla solamente era como un peccata minuta.Llevaba puesto un vestido de tela blanca, salpicado con flores decorativas de color morado, que le llegaba hasta las rodillas. Los tirantes que sujetaban el vestido contrastaban ligeramente con...