Cuento corto

Taller de escritura
Profesora: Jessica Labourdette
Alumna : Maria Laura Barrabes

Aquella mañana

Tomó la taza caliente. Casi le quemaba las manos sin embargo,la mantuvo ahí, con fuerza. Había estado tanto tiempo esperando ese momento que el ardor en sus dedos no hacía más que recordarle que ese instante era único y real.Terminó el café, se miró al espejo y salió.
Esa mañana de julio caminó hasta el bar raudamente deseando que la tormenta, que se anunciaba con ecos lejanos, tardara endesatar su furia.
Sus ojos negros miraban al horizonte buscando un último atizbo de fe que hiciera de lazarillo en aquella anciada búsqueda.
El gesto que hizo elDoctor Andrada desde la ventana del bar la rescató de ese torbellino amargo y percibió que todas las piezas del rompecabezas empezaban a acomodarse y asomaba, al fin, elsol en la que había sido hasta aquí su nublada vida.
Cruzó la ancha avenida, entró al local y después de atravesarlo como una autómata, se sentó frente alrepresentante de la embajada.
Sra. Sánchez – la voz del abogado la hizo reaccionar y al mirarlo a los ojos pudo percibir un destello de tranquilidad que enseguida le aquietóel alma.
Éste dijo que habían llegado a un acuerdo con el Servicio Social marroquí y que, en pocos días más, aquel país del continente negro tendría un niño menos porel que preocuparse. La adopción era un hecho.
Al sentir la mano de su esposo apretando fuertemente la suya se dio cuenta de que no había reparado en él hasta eseinstante.
Su marido había estado con ella durante todo el proceso igualmente esperanzado y tenaz.
Qué injusta había sido.....,
Pero su compañero sabría entender...