Cuento De Ehécatl

“Mi vida son los coches. Esta afirmación no es, de ningún modo, gratuita.
Mi infancia, como la de casi todos los mi generación, transcurrió frente a un televisor. Cada segundo de mi día, cadaminuto, cada hora transcurrida era un constante ir y venir de imágenes: -¿Quieres renovar tu guardarropa? Con tu tarjeta del banco B. tienes descuentos todos los martes…; -Hasta los hombres más rudostienen axilas sensibles. ¡Compra el nuevo R. sensitive!; el suavizante que, ahora sí, permitiría a las afanosas amas de casa, pasar más tiempo con su familia, etcétera, etcétera, ¡etcétera!
Sinembargo, la publicidad “negra”, es decir, aquella que atraía mi atención completa, era la que mostraba carros de todos los tipos, algunas veces acompañados por jóvenes edecanes semidesnudas.
¿Conocen aMarinetti? “Un automóvil rugiente…” Pues bien, mis lecturas se restringían a sus escritos y a las de los mal llamados “futuristas”. ¡Es tan natural! El progreso de nuestro género llegó con las máquinas,de tal forma que han pasado a ocupar un lugar muy importante dentro de nuestra vida diaria, hasta el punto de convertirse en nuestros semejantes.
No es mi intención esbozar una teoría quejustifique mi posición. La realidad es una e innegable. No necesita justificación. Si algunos la niegan se debe, fundamentalmente, a dos cosas: o no la ven (en cuyo caso no es lícito recriminarles, siendo comoson ciegos esenciales), o, la ven sin aceptarla (en cuyo caso, la recriminación es lícita y necesaria, pues no aceptándola ralentizan el progreso humano).
¡Basta de juicios! Trataré de plasmarmiméticamente mi realidad, una forma subrepticia de concientizar. Espero no lo impida el que lo haga grosso modo.
Un balón viene hacia mis pies. Absorto, observo como se acerca. Las voces de miscompañeros se oyen lejanas, casi son inaudibles. En lo único que puedo pensar es en el esférico transformado en raudo automóvil. De repente, una pedrada me saca del ensimismamiento en que he caído. Al...