Cuento Dedicado A Don Juan Manuel, "Lo Que Le Sucedió A Una Joven Con Un Usurero" Por Roberto Carlos Guevara Molina, Estudiante De Literatura De La Ues

Páginas: 19 (4725 palabras) Publicado: 23 de septiembre de 2012
“Lo que le sucedió a una joven con un usurero”

Otra vez hablaba el emperador Don Juan Carlos V con su consejero íntimo, el Conde de Castilla, y pediale esta vez, una resolución a los desamores que tenía con su esposa Doña Isabél de Portugal; más el Conde, molesto por no seguir consejos anteriores, Don Juan Carlos, se presta simplemente a contar lo que le sucedió a una joven con un usurero, quebuscando una resolución a su problema se casa con aquel y luego muriendo éste, la deja en la calle.

—Señor Conde, como vosotros sabéis guarda grandes lamentaciones mi espíritu, acarrea tanto mal mi alma que he pensado retiraos a otra vida más tranquila, donde este solo y conmigo mismo, donde no tenga que veros a nadie, porque ahora siento no estar bien. Bien sé que luego de la muerte de JuanII, Fernando consolidó políticamente España, (por una unión que ni él mismo estaba de acuerdo), pero hemos tenido que mantener por largos años a Aragón, más que Cataluña y Valencia, incluso más de lo que pesa Granada, Navarra, Nápoles y toda Habsburgo; Conde, no encuentro cómo pensar y cómo actuar, y sabéis bien que nada de esto me preocupa tanto, ni siquiera estar ligado a Portugal o Portugal amí, tampoco el desacreditarme con mis concubinas o con todas las cortesanas de Castilla, no. Más bien, el saber que comparto mi vida con Doña Isabél, que duermo con ella y que despierto con ella, eso no me contenta. Sabéis que quando me casé con ella, por Dios os juro que sentía profundo amor, que era muger de mis ideales y lux de mis días, pero hoy, a estas alturas de la vida, qué puedo sentir portal señora, no porque este vieja y desvalida de físico, no, a pesar dello Isabél tiene lo suyo y lo conserva muy bien; pero preocúpame ella y otras cosas, el verla continuamente demacrada, el soportar sus estados demoniacos y retraídos, ya no me parece lux de mis días como cuando la conocí por primera vez, que bien sé que la conveniencia fue el principal propósito de mi casamiento más quel amor;pero así, tan pronto la vi tan pronto me enamore deliberadamente de aquella cara tan fina y cuerpo tan delicado y de aquella dulce voz que pronunció con sumo respeto, “el placer es mío Don Juan Carlos”, y llenó toda mi alma de alegría en ese preciso momento. Pero señor Conde, dime qué debo hacer ahora, en vez de amor tengo desamores, en vez de paz, guerra, de alegrías, tristezas, no veis que nadahago bien, que en vez de estar lucido ante los conflictos que aquejan a mi reino, tengo muchas incertidumbres de vida y de negocios, he liberados a los Holandeses tal como lo ha pedido su héroe, aun mantenemos las viejas uniones entre Burgos y Castilla y en lo único que se ha hecho mal, según mi consideración, fue el haberme desposado tan pronto. Bien decía Doña Cathalina, que esperara, más lasansias deliberadas por mantener buenas relaciones con Don Manuel y su Portugal me llevó a tal situación.

—No era necesario el casaros, yo os había dicho antes, al igual que Doña Cathalina, su tía, como sabéis, y con anterioridad os había advertido, cuando me pedisteis consejo de tal casamiento, bien dije, que “el amor nunca debe ligarse con los negocios y que si amor buscáis, amor encontraréis, sinegocios interesáis, pues hacéis negocios pero no mezcléis nunca el amor con dinero o las conveniencias porque al final, o se pierde el dinero o se pierde el amor y perdiéndose el dinero, pues naturalmente perdéis el amor”. Recordad mis palabras oh rey y os daréis cuenta que no hicisteis según mi consejo, no tenéis por qué lamentaros ahora.
El mismo caso que os paso a vosotros os paso a cierta“joven con un usurero” el cual por buscar conveniencia lo perdió todo, historia la cual no quiero contaros.
—Pero como vos no queréis contaros la historia señor Conde, si además de Conde de Castilla te he nombrado mi consejero intimo. No veo el por qué negaros a contar cierta historia de cierta joven y el usurero.
—“Ave oh rey por siempre”, mi inclino a tus pies por todos los favores que me...
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