Cuento Pequeño

Los Ojos De Una Estrella.
En el cielo existen millones de estrellas con una belleza que, muchas veces es difícil de explicar exactamente, que pareciese que brillan al compás de una canción de amor. Amadeo era un chico despistado y profundamente interesado en el cielo y todo lo que hubiera en él, se pasaba todas las noches contemplando las estrellas y pensando en las historias que solían contarde ellas en ese entonces, principios de siglo XVII, su vida era hacer anotaciones de como se movían y que percibía cada vez que desde lo alto de su casa las veía como enamorado de ellas y cada día dejaba de dormir unas horas para poder volver a encontrarse con ellas, era como una cita de amor, cada vez que las veía su corazón se estremecía y la adrenalina subía en su corazón hasta el punto desentir que éste se saldría.
Trabajaba en la tienda de su padre, el mercader Juan Arza ayudando con los labores, en algunas ocasiones las señoronas de alta sociedad le pedían que cargara sus canastas llenas de delicias y con productos que, ni el teniendo en su tienda podía comer. Amadeo era de clase media pero soñaba con poder un día dedicarse a viajar por el inmenso mar que tenia frente a él, elpueblo en el que vivía era pequeño, pero allí llegaban los enormes buques cargados de hombres ricos y sus familias enteras, algunos escapaban de la justicia después de haber cometido fraudes con personas que por pobreza pedían prestamos por la necesidad de alimento para sus hijos, y sin embargo eran despojadas de su vivienda, golpeados y después obligados a trabajar arduamente; hasta que al fin, alpoder robar sus bienes a alguien rico e influyente eran perseguidos y lo mas fácil era escapar a las nuevas tierras descubiertas en otro continente.
Su padre le había regalado un astrolabio, ese era su objeto mas preciado, aunque de segunda mano, él lo disfrutaba cada noche junto con una vieja libreta casi por terminar de tanto que escribía de los hermosos y radiantes luceros.
El pueblo estabaseparado en dos partes por una calle llamada La Chillona, de un lado vivía la clase media como él y su padre, ahí se encontraban todas las tiendas de abarrotes y cualquier establecimiento o tienda por mas pequeña y humilde que fuera hasta las grandes perfumerías, boutiques e incluso vendedores ambulantes de objetos de segunda mano y algunas veces también ilegales; del otro lado de la calle seencontraban los caserones de hombres ricos y gente de clase, todos muy bien vestidos con trajes de algodón y seda fina, éstas estaban llenas de grandes jardines con hermosas flores y sobre todo contaban con un gran repertorio de sirvientes. Era un puerto, al que solo se llegaba cruzando una espesa selva, de la cual se hablaban miles de historias acerca de hombres salvajes, animales raros, seres deotros mundos e incluso puertas a otros lugares donde no existía ni la vida ni la muerte, lugares en donde supuestamente los hombres que ahí llegaban nunca mas se volvían a ver.
Un día, a la tienda de su padre llegó una señora de sociedad chocantemente extravagante, rechoncha y con un sombrero de un verde muy singular con plumas de perico que sobrepasaban el marco de la puerta de caoba, y atrás deella entraron dos mujeres; una parecía ser de raza negra, con sus mejillas como dos chicozapotes, muy redondas y brillantes, lo único que se podía ver claramente eran sus ojos entre tanta oscuridad; la otra mujer llevaba en las manos una canasta que contenía algunas frutas en su interior, pero ésta tenia la cara cubierta de un reboso blanco de algodón, con unos tejidos muy vistosos de colores claros;doña Catalina Montero, le pidió que metiera a su canasta unos cuantos objetos; comino, aceitunas, aceite, unas cuantas hierbas más, unas cayeron al piso por un descuido, se agacharon Amadeo y la joven a levantarlas al mismo tiempo, cuando alzó la cara, a la doncella se le había caído el reboso dejando al descubierto su bellísima cara, pero nada llamó más la atención de Amadeo que los hermosos...