cuento




















































QUERIDO LECTOR

Una mañana, cuando yo tenía doce años, estaba subida en el árbol más alto que había en el huerto de mi casa. De pronto, un niño saltó la valla. Tenía el pelo color de paja y de punta; las ropas, no muy limpias, le quedaban pequeñas…
Aquel niño se llamaba Rafa, y fue mi amigo.Escribí este libro pensando en él, porque nunca lo he olvidado.
Por tanto, Rafaardilla, el protagonista de mi historia, existió, y tenía los ajos azules y el pelo de paja, y era ágil, decidido, valiente, alegre y, sobre todo, ¡libre!
¿E Inés?... Quizá algunos penséis que Inés soy yo, pero no es así, porque cuando tenía doce años, podía montar en bicicleta, ir al cine con mis amigas, jugar en elmonte… Pero conocí a otras niñas que sí eran como ella. Y en cuanto a los pájaros, yo tuve un pájaro que no podía volar; pero cantaba en cuanto salía el sol. Seguramente porque podía ver los árboles, las flores, sentir el rumor del aire entre las ramas. ¡Era un pájaro alegre! Las aventuras que suceden en este libro son verdaderas. Casi todas ocurrieron en la vida real. Algunas han nacido en mimente, pero han sucedido; porque, ¿acaso no existen las cosas que imaginamos?
Así pues, éste es un libro de amigos y recuerdos. En vuestras manos lo dejo. Espero que os guste y que, los que hace años fueron mis amigos, ahora lo serán vuestros.
Hasta siempre














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LADRON

ERA MUY TEMPRANO, Inés abrió la ventana sin hacer ruido y saltó al jardin. Respiróhacia dentro, olía a limpio y a fresco; después, miró alrededor y pensó que el jardín parecía dormido: las flores, la piscina, el césped… ¡qué hondo se sentía el silencio! Para no romperlo, marchó casi de puntillas al pequeño hurto que había detrás de la casa. Le gustaba estar en el huerto cuando amanecía y esperar al sol subida en su árbol.
El árbol de Inés era un gran cerezo que sobresalía delos otros árboles por alto y por fuerte. Lo sentía su amigo; oculta entre ramas de hojas muy juntas, podía soñar, leer, pensar o inventarse historias. Era su secreto; además, nadie la veía y ella lo veía todo: su casa, el jardín, los otros jardines, y las otras casas que había en su colonia, y hasta podía ver los pinos del monte. El monte estaba por detrás del muro que servia de valla al jardín yal huerto.
¿Qué habría en aquel monte, además de pinos? Se lo preguntaba todas las mañanas.
Nunca estuvo en él, porque había peligros, lo decían sus padres.
























Del monte llegaban el sol y los pájaros, cada amanecida, y siempre en el mismo orden, por delante el sol y después los pájaros. Sin embargo, aquella mañana ocurrió algo emocionante;¡también llegó el chico! Inés lo vio de repente subido en el muro mirando hacia el huerto; el muchacho dudó unos instantes y enseguida saltó de la valla. Inés tenía los ojos redondos, de emoción e intriga, ¿quién podría ser?, ¿qué pretendería?
El chico caminaba alerta, y se iba cercando. Aunque era delgado, le parecía fuerte; quizás fuera de su edad, o un poco mayor; tenía el pelo de color paja,creciendo de punta; las ropas le estaban pequeñas, y eran muy viejas. De todas maneras, no lo observó mucho; con ojos de asombro miró lo que hacia: ¡se estaba comiendo las fresas mucho más deprisa que un ciento de pájaros! Las cogía a puñados, una vez y otra, sin darse una pausa, ¡qué hambre tenía! Y de pronto Inés se sobresaltó, y aun se ocultó más por entre las ramas de su árbol amigo: ¡del jardínvenían Manuel y Nerón! Manuel era el jardinero y Nerón era un perro enorme de carácter agrio. ¿qué sucedería cuando viera al chico?
Lo supo enseguida: de pronto Nerón alzó la cabeza, olisqueó el aire, miró hacia el fresal y ladró furioso.
El chico, al oírlo, corrió hacia la valla, y el perro corrió tras él. Inés los miraba ansiosa. El muchacho tenía alas en los pies, y el perro llevaba el...