Cuento

Ojos cerrados


“La ciencia ha eliminado las distancias, pregonaba Melquíades. Dentro de poco el hombre podrá ver lo que ocurre en cualquier lugar de la tierrasin moverse de su casa.”

G. García Márquez “100 años de soledad.”





El molesto y penetrante sonido de la alarma del despertador taladrabainsistentemente en los oídos de Laura arrancándola de su ensueño abruptamente, como apresurando el soslayado momento del contacto con la vigilia. Manoteó torpemente sobre la mesa de luz con el ánimo deacallar al maldito controlador del tiempo y permaneció por unos segundos con los ojos inútilmente cerrados. El rugir de un motor en marcha, puertas que se abrían y cerraban y la tenue luminosidad que secolaba por las ranuras de la ventana eran incompatibles con sus deseos de despertar a la realidad de su vida cotidiana. Otro día igual a los otros días.

Tanteó a su lado, con los ojostodavía cerrados, y sintió la ausente presencia del calor del cuerpo de Marcos aún cuando sus dedos somnolientos le devolvieron la frialdad de las sábanas arrugadas y la cama deshecha.-”Debe haberselevantado despacio para no despertarme”-pensó. Marcos era así. Tan respetuoso, tan cuidadoso de los detalles… Ella sabía de los problemas de la empresa, de su obsesión por el trabajo y de esadesgastante manía de no delegar responsabilidades y no traer las preocupaciones a casa. Por eso respetaba sus silencios, aunque a veces le inquietaba su lejanía, la mirada perdida en vaya a saber qué imágenes…Comprendía y justificaba la distancia que se había instalado, poco a poco, entre ellos. Vivir corriendo de sol a sol, los impuestos, la hipoteca, los hijos, el tiempo… ¿Quién puede escapar del estrésy la necesidad del propio espacio?

Rápidamente, se vistió y bajó a despertar a los chicos. Se hacía tarde y no había tiempo para cavilaciones. Se sorprendió al ver que Marcos ya se...