Cuento

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En mi época de estudiante, pasé un tiempo compartiendo casa con unos conocidos en una antigua casa de una bonita capital española.
Era una casa señorial, que sin duda, había conocido épocasmejores, pero que ahora, debido a una serie de desgracias inexplicables de sus dueños no se encontraba en el mejor estado de conservación.
Los dueños habían sido unos ricos empresarios queperdieron su negocio debido a un incendio que sufrieron en su local y que les sumió en grandes dificultades, por lo que vivían de alquilar habitaciones a estudiantes en su casa.
La casa se encontraba allado de un solar, el cual estaba presidido por unas grandes columnas. Enormes restos romanos, que decían, habían formado parte del patio de un monumento funerario.
De aquella familia, mucho habría quedecir, pero de entre ellas, comentar la afición de la señora de la casa por el espiritismo, por leer las cartas y por el esoterismo en general, lo cual le proporcionaba numerosas discusiones con sufamilia por la cantidad de brujitas y diversos elementos oscuros que tenía dispersos por la casa.
Sobre todo, recuerdo un siniestro tapiz, en un pasillo, en el que aparecía un extraño castilloenvuelto en llamas.
No tardé mucho en irme de aquella casa, puesto que enormes insectos solían verse salir de las grietas de aquella casa, aparte de los constantes crujidos y pisadas que se oían a todashoras de la noche.
Pero lo que me hizo estremecer, fue la historia que meses después me contó uno de los que permaneció allí.
Cuenta que una noche, la hija de la dueña vino llorando a la casa aaltas horas de la madrugada. Su marido la había dejado por otra. La pareja vivía en la misma casa y yo los conocí a ambos.
Este conocido me contó, que aquella noche, madre e hija no salieron del gransalón y que, algo hicieron, ya que la luz de velas encendidas se dejaba ver a través de las ventanas que daban al patio.
A la mañana siguiente, ellas dos reían sin parar, como plenamente aliviadas y...