Cómo organizar la autonomía (El debate entre Castoriadis, Pannekoek y Lefort)

¿Cómo organizar la autonomía?
El debate entre Castoriadis, Pannekoek y Lefort

Mariano A. Repossi


El problema de la dirección revolucionaria no es un problema más, sino que lo que está en juego es la idea misma que se tiene del proletariado.
–C. L.


Trataremos con la actualidad de un problema. Esperamos ser claros: actualizar un problema significa no sólo un rechazo de esa operaciónfilológica tendiente a neutralizar un texto colocando en «su contexto histórico» las discusiones del pasado, sino especialmente un esfuerzo por pensar cómo actúa ese problema hoy, cuáles desarrollos sigue o podría seguir, cuándo deja de ser un problema o cuándo muta en un problema de otra naturaleza. Ofreceremos fechas y circunstancias, pero lo más importante aquí son las ideas. De manera que, sibien el problema de la organización política, que es nuestro problema, será acotado al punto en que intersectaron, geográfica e históricamente, esas series llamadas Cornelius Castoriadis, Anton Pannekoek y Claude Lefort, como todo problema genuino, el que nos toca no puede medirse ni con mapas ni con calendarios.

* * *

En marzo de 1936, Pannekoek escribe:

Sólo estamos en los primerospasos de un nuevo movimiento obrero. El viejo movimiento se encarna en los partidos, y actualmente la creencia en el partido constituye el más poderoso freno a la capacidad de acción de la clase obrera. Por eso mismo no tratamos de crear uno nuevo, y esto no porque seamos demasiados –cualquier partido es pequeño en sus comienzos– sino porque hoy en día un partido no puede ser más que una organizacióntendiente a dirigir y dominar al proletariado. A ese tipo de organización nosotros oponemos el siguiente principio: la clase obrera podrá afirmarse y vencer sólo con la condición de que sea ella la que se haga cargo de su destino. Los obreros no tienen que adoptar religiosamente las consignas de un grupo cualquiera, ni siquiera las del nuestro, sino que tienen que pensar por sí mismos, decidir yactuar por sí mismos. Por otra razón consideramos como a sus órganos de clarificación naturales a los grupos de trabajo, los círculos de estudio y de discusión, que se formaron solos y buscan el camino por sí solos.
Esta manera de ver las cosas está en flagrante contradicción con las ideas tradicionales acerca del papel del partido como órgano esencial de clarificación del proletariado.1Trece años después, el segundo número de Socialismo o barbarie (SB)2 publica un artículo en el que Castoriadis afirma que la crisis que atraviesa al grupo hacedor de la revista se debe a que «no ha logrado dar a su trabajo un carácter claramente político». Y explica en ese mismo artículo que tal a-politicidad es el resultado necesario de que algunos miembros pongan en cuestión tres puntos clave deltrabajo militante: la «disciplina de la acción», la «necesidad de una dirección» y el vínculo entre «el programa de la revolución y sus formas organizativas». Así, las notas constitutivas de una organización que pretendiera ostentar un carácter político son, según Castoriadis, indudables: disciplina, dirección, programa. Lo que está en juego, en el fondo, es la definición misma de «política»:Política es la actividad coherente y organizada encaminada a apoderarse del poder estatal, para aplicar un programa determinado. No es política, en sí misma, ni la redacción de libros, ni la publicación de revistas, ni la propaganda, ni la agitación, ni la lucha en barricadas, que son únicamente medios que pueden desempeñar un enorme papel político, pero que sólo se convierten en medios políticos enla medida que están consciente y explícitamente ligados al objetivo final que es disponer del poder estatal para poder aplicar un programa determinado.3

Y un poco más adelante, en el mismo texto:

La necesidad del Partido Revolucionario no cesa con la aparición de organismos autónomos de masas (organismos soviéticos). […] Estos organismos sólo llegan a ser efectivamente autónomos a partir...