De seis a diez

De seis a diez.
Todos los días, de seis a diez de la mañana, me siento frente al escritorio, acomodo cinco o siete hojas limpias, blancas, espesas frente a mí, busco lápiz en el estante de metal,verifico que tenga suficiente punta libre y trato, en mucho trato, de seis a diez, dibujar más un embrollo de letras que un tránsito de migajas cometidas por el constante despunte del lápiz que brincaen consecuencia de pérdida de conocimiento.
Los parlantes exhibiendo las majestuosas improvisaciones de Tete Montoliu, a la derecha un libro de ABC, sosteniendo uno más de Gabo que a su vez despliegalos tomos de Julio y allá muy separado, a Lobo, si ese Manual de Inquisidores que sostuve sin pensar siquiera en que tenía que terminar.
Recordé que alguna vez leí que Antonio Lobo Antunes, en unaentrevista declaró, “hago novela porque no sé hacer poesía”, mejor para mí pensé en esos tiempos, la poesía recurrentemente no la entiendo, no viajo, no experimento, si el caso es llegar a percibir unmovimiento, los movimientos son de incomodidad, sin texturas o con exceso de ellas.
No hago más de seis a diez de la mañana, mas recuerdo y hago una fiesta con ello, nunca disfruto el alba, pero sila blancura picoteada de a grises que queda mientras sostengo esos recuerdos de charanda, mostaza a fuego lento, adolescencia y permuta de sexos, la luz blanca teñida bajo el verde del papel que daba ala habitación un suelo brillante, con nubes, risas flotantes, empatía con discordia y seducción dactilar, no sobraba la vibración del sax, faltaba ternura en esos seres envolventes que se turnaban suespacio según el sentido horario.
Fue en el tiempo que leí el cuento más corto, el que decía, Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí, Monterroso creo; o aquel que tenía como personaje auna mujer, de edad avanzada, que sentada en su silla, sabiendo que no había nadie más en el mundo escucha como tocan a su puerta; fue en ese tiempo de seis a diez que escribí el más pequeño relato...