Del Grande Y Solene Rescibimiento Que Nos Hizo El Gran Montezuma A Cortés Y A Todos Nosotros En La Entrada De La Gran Ciudad De México

Páginas: 7 (1596 palabras) Publicado: 13 de agosto de 2012
DEL GRANDE Y SOLEMNE RECIBIMIENTO QUE NOS HIZO EL GRAN MOCTEZUMA A CORTÉS Y A TODOS NOSOTROS EN LA ENTRADA DE LA GRAN CIUDAD DE MÉXICO


Luego otro día de mañana partimos de Estapalapa, muy acompañados de aquellos grandes caciques que atrás he dicho; íbamos por nuestra calzada adelante, la cual es ancha de ocho pasos, y va tan derecha a la ciudad de México, que me parece que no se torcía poconi mucho, e puesto ques bien ancha, toda iba llena de aquellas gentes que no cabían; unos que entraban en México y otros que salían, y los que nos venían a ver, que no nos podíamos rodear de tantos como vinieron, porque estaban llenas las torres e cues y en las canoas y de todas partes de la laguna, y no era cosa de maravillar, porque jamás habían visto caballos ni hombres como nosotros. Y de quevimos cosas tan admirables no sabíamos qué nos decir, o si era verdad lo que por delante parecía, que por una parte en tierra había grandes ciudades, y en la laguna otras muchas, e veamos lo todo lleno de canoas, y en la calzada muchas puentes de trecho a trecho, y por delante estaba la gran ciudad de México; y nosotros aún no llegábamos a cuatrocientos soldados, y teníamos muy bien en la memorialas pláticas e avisos que nos dijeron los de Guaxocingo e Tasca la y de Tamanalco, y con otros muchos avisos que nos habían dado para que nos guardásemos de entrar en México, que nos habían de matar desque dentro nos tuviesen. Miren los curiosos lectores si esto que escribo si había bien que ponderar en ello, qué hombres habido en el Universo que tal atrevimiento tuviesen. Pasemos adelante. Íbamospor nuestra calzada; ya que llegamos donde se aparta otra calzadilla que iba a Cuyuacán, que es otra ciudad adonde estaban unas como torres que eran sus adoratorios, vinieron muchos principales y caciques con muy ricas mantas sobre sí, con galana de libreas diferenciadas las de los unos caciques de los otros, y las calzadas llenas dellos, y aquellos grandes caciques enviaban el gran Montezumaadelante a recebirnos, y ansí como llegaban ante Cortés decían en su lengua que fuésemos bien venidos, y en señal de paz tocaban con la mano en el suelo y besaban la tierra con la mesma mano. Así que estuvimos parados un buen rato, y desde allí se adelantaron Cacamatzin, señor de Tezcuco, y el señor de Estapalapa, y el señor de Ta cuba, y el señor de Cuyuacán a encontrarse con el gran Montezuma, quevenía cerca, en ricas andas, acompañado de otros grandes señores y caciques que tenían vasallos. Ya que llegábamos cerca de México, adonde estaban otras torrecillas, se apeó el gran Montezuma de las andas, y trayéndole del brazo aquellos grandes caciques, debajo de un palio muy riquísimo a maravilla, y la color de plumas verdes con grandes labores de oro, con mucha argentería y perlas y piedraschalchivis, que colgaban de unas como bordaduras, que hobo mucho que mirar en ello. Y el gran Montezuma venía muy ricamente ataviado, según su usanza, y traía calzados unos como cotaras, que ansí se dice lo que se calzan; las suelas de oro y muy preciada pedrería por encima en ellas; e los cuatro señores que le traían de brazo venían con rica manera de vestidos a su usanza, que paresce ser se lostenían aparejados en el camino para entrar con su señor, que no traían los vestidos con los que nos fueron a rescebir, e venían, sin aquellos cuatro señores, otros cuatro grandes caciques que traían el palio sobre sus cabezas, y otros muchos señores que venían delante del gran Montezuma barriendo el suelo por donde había de pisar, y le ponían mantas por que no pisase la tierra. Todos estos señoresni por pensamiento le miraban en la cara, sino los ojos bajos e con mucho acato, eceto aquellos cuatro deudos e sobrinos suyos que lo llevaban de brazo. E como Cortés vio y entendió e le dijeron que venía el gran Montezuma, se apeó del caballo, y desque llegó cerca de Montezuma, a unas se hicieron grandes acatos. El Montezuma le dio el bien venido, e nuestro Cortés le respondió con doña Marina...
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