del origen al hombre

Páginas: 152 (37762 palabras) Publicado: 2 de noviembre de 2014
Los campesinos y aquellos con los que se cruzaban levantaban la cabeza para mirarlos. Otros los observaban desde la distancia y torcan el gesto. No era normal ver en plena poca de cosechas a trece hombres maduros caminando despreocupadamente por la orilla del ro Jordn. Ellos, ajenos a la curiosidad que despertaban, se agachaban para coger guijarros y lanzarlos al agua. Competan para conseguir elmayor nmero posible de saltos sobre su superficie. Cuando alguno erraba el tiro se rean. Andrs, ms habilidoso que el resto, sola ganar. Juan, meticuloso, buscaba piedras redondas y planas. Pedro lanzaba sin parar cualquier piedra que cogiese sin tener en cuenta el grosor ni el peso. Normalmente, se iban directamente al fondo del agua provocando las risas y chanzas de los dems. Llegaron a unremanso y pararon para descansar. -Rab sintate aqu. Estars ms cmodo y fresco -dijo Pedro limpiando la superficie de tierra bajo un fresno. A pesar de su aspecto rudo y abandonado, Pedro se preocupaba de que no le faltase nada a su maestro. Se consideraba responsable de su comodidad e intentaba adelantarse a sus necesidades. Una mirada suya de agradecimiento le compensaba para sentirse recompensado portantos desvelos y no escatimaba en renuncias personales a favor de su rab. Se baaron en las aguas del ro y aprovecharon para lavar sus ropas llenas del polvo del desierto en el que haban pasado varios das en oracin para prepararse para la gran prueba. Su maestro se refera a ella con palabras in tranquilizantes y por eso sus discpulos no se sentan cmodos ni identificados con sus enigmticasreferencias. Se tumbaron dejando que los rayos del sol calentasen sus cuerpos mientras sus tnicas se secaban sobre el romero que creca en la orilla. Era bueno sentir el calor sobre su piel desnuda. Sacaron de sus bolsas unos higos secos, dtiles y un trozo de pan duro. El llevar una vida nmada, de un lugar para otro, sin una casa donde descansar ni siquiera una guarida donde reposar la cabeza tena susinconvenientes, la mayora hacan referencia a lo material. No siempre encontraban un techo bajo el que refugiarse de la lluvia, ni disfrutaban de comodidad, a veces les faltaba comida para saciar su apetito. Pero, la generosidad y el cario con que eran recibidos en tantas aldeas les compensaban todas sus carencias. Tomaron sus exiguos manjares, los bendijeron y los compartieron. A continuacin,Jess se sent a la sombra del fresno con sus discpulos alrededor y apoyado sobre su tronco comenz a hablarles. Ellos escuchaban atentos, absorbiendo cada palabra que sala de sus labios. Eran enseanzas para cada da pero a su vez saban que algn da les correspondera transmitirlas a otros pueblos y otras generaciones. Estaban tan henchidos de orgullo por ser lo que eran, por compartir esa vida que habanelegido y por seguir a alguien tan especial, que haca ordinario lo extraordinario, que ninguno poda imaginar que estaban a punto de vivir una experiencia que superara la peor de sus pesadillas. Tanto que, ni siquiera todos volveran a ver coronar el firmamento la prxima luna llena. Haca casi tres aos que haban dejado atrs familia, trabajo y amigos para seguirle, no obstante, todos se considerabandichosos y afortunados. Si cualquiera de ellos encontrase un tesoro escondido en el campo no dudara en vender todos sus bienes para comprar el terreno y hacerse con el campo. As es como ellos se sentan desde que Jess de Nazaret haba irrumpido en sus vidas. Algunos haban dejado una vida dura y poco satisfactoria sin embargo, otros haban renunciado a vidas acomodadas o bien estructuradas. Pedro habadejado atrs a su mujer de la que se acordaba constantemente y a la que no poda visitar con tanta frecuencia como le hubiese gustado. Despus de un largo rato hablando y contestando con paciencia las dudas de sus discpulos cada cual se puso a hacer lo que ms le apeteca, Jess se retir a orar, otros pasearon, Santiago y Juan, los hermanos Zebedeo, junto al resto se pusieron a dormir una larga...
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