del otro lado del rio

Páginas: 8 (1896 palabras) Publicado: 24 de abril de 2014
    Del otro lado del Río
      Autor: Eladio de los Santos García
 
Yo me desgarité de mi campo para librarme de una costumbre maldita de mi madre: prestar a sus hijos como si fueran objetos. O, mejor dicho darnos, si así es. Mi madre, para desgracia nuestra, no pudo cargar sola con la familia. Ella decía que no quería dejarnos como herencia la pobreza que nos comía la vida luego de haberquedado huérfanos de un padre que aún permanecía vivo en alguna parte del país. Y para cambiarnos la suerte no encontró mejor forma que endonarnos al padrino de cada uno de nosotros, desde la más vieja hasta la última hembra a la que yo le sigo en edad.
 
A la más vieja, la mandó con su padrino para la capital adonde atendería a la mamá de él. Tras pasar el río Yuna, no volví a verla más. Sóloquien la bautizó se aparecía dos veces al año y decía que ella vivía muy bien bajo su cuido. Sólo eso sabíamos de su vida.
 
La segunda la entregó mamá a su segundo compadre, quien había mostrado un empeño grande en llevarse a su ahijada después de haberle florecido el cuerpo. Él tiene tierras y ganados y vive cómodo. Tal vez por eso mi madre la envió a casa de ese señor, su padrino, para queviviera mejor. Y en verdad vivía bien en ese lugar, según las noticias que llegaban a mis oídos. Un día, a seis meses de su partida, no llegó una: mi hermana estaba embarazada. Siempre la esperé, pero ni vino, y llegué a creer que quien cruzaba las aguas del Yuna para irse lejos era como aquel que cruza las aguas del río del más allá, que aunque quiera no vuelve más para acá…
 
La tercera y la cuartason mellizas. Quizás por serlo tuvieron una misma suerte. A esas se las llevó un señor mayor cuyo interés supe luego: emparejarlas con sus dos hijos, los cuales casi no habían visto mujeres en su vida porque su papá los tenía trabajando como bueyes desde chiquitos en unos montes que de tan lejanos se perdían en el horizonte. Esas dos también cruzaron el Yuna con su melliza suerte a cuestas.
A laquinta se la llevaron sin haberse hecho señorita. La esposa de su padrino se antojó de ella para que le hiciera los oficios de la casa. Vivían cerca de aquí, pero luego se mudaron a un pueblo lejano. De esa, mientras yo estuve en casa, y de acuerdo a las informaciones que llegaban, supe que se portaba bien, no era haragana e iba a la escuela. Parece que a ella también le había cambiado el destinoal atravesar el río para irse lejos…
 
Y la otra, la más pequeña de todas, a la que yo me le sigo, sí la dejaron hacerse señorita, pero cuando más florecida estaba, empezó a visitar la casa el hijo de mi padrino y el día menos pensado se la llevó. A esa no se  la llevó el padrino, pero sí el hijo que al fin y al cabo era lo mismo. Ella vivía no tan lejos de casa con su marido y su suegro. Sinembargo, mientras duré allí, no la vi otra vez, pues estaba del otro lado del río.   
 
Ya sólo quedaba yo en casa. Yo el único varón y el último de los hijos de mamá, y al igual que todas mis hermanas, tenía padrino. Un padrino que desde siempre nunca me había gustado. Un padrino que hasta el nombre me molestaba decirlo: Cayo. Y Cayo vivía lo suficientemente cerca de casa para molestarme más.Contrario a los padrinos de mis hermanas él nunca pretendió cargar conmigo, tal vez porque yo no era hembra. Y creo que aunque yo lo fuera él no lo hubiera hecho porque era el hombre más tacaño de la bolita del mundo y no iba a mantenerme. Porque en verdad tenía los codos de piedra. Por eso llegué a nombrarle frente a mi madre Cayo Codo-duro. Y digo que era porque ya está muerto, porque sólo lamuerte cura la tacañería. Sí, está muerto, y yo mismo fui quien lo mató. Por eso me fui de mi campo.
 
Como dije antes, Cayo Codo-duro no me agradaba, no lo resistía y mucho menos resistía su tacañería. No recuerdo una sola vez que me llevara algo. Nunca me regaló nada, ni siquiera me daba las gracias cuando yo le hacía algún oficio o mandado.
 
Él iba allá desde antes de yo nacer; desde muy...
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