Discurso de josé vasconcelos al tomar posesión de la rectoria de la universidad nacional de méxico, 1920
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Tomado de José Vasconcelos. Caracas, Biblioteca de Ayacucho, 1992.
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si no transformamos radicalmente la ley que hoy rige la educación pública, si no constituimos un ministerio federal de educación pública. Ese mismo deber me obliga a declarar que yo no he de conformarme conestar aquí bien pagado y halagado en mi vanidad, pero con la conciencia vacía porque nada logro. La tarea de conceder borlas doctorales a los extranjeros ilustres que nos visiten y de presidir venerables consejos que no bastan para una centésima de las necesidades sociales no puede llenar mi ambición. Antes iré al más sonado de los fracasos que consentir en convenirme en un cómplice de la mentirasocial. Por eso no diré que nuestra Universidad es muy buena y que debemos estar orgullosos de ella. Lo que yo debo decir es que nuestras instituciones de cultura se encuentran todavía en el periodo simiesco de sola imitación sin objeto, puesto que, sin consultar nuestras necesidades, los malos gobiernos las organizan como piezas de un muestrario para que el extranjero se engañe mirándolas y nopara que sirvan. He revisado, por ejemplo, los programas de esta nuestra Universidad, y he visto que aquí se enseña literatura francesa con tragedia raciniana inclusive y me hubiese envanecido de ello, si no fuese porque en el corazón traigo impreso el espectáculo de los niños abandonados en los barrios de todas nuestras ciudades, de todas nuestras aldeas, niños que el Estado debiera alimentar yeducar, reconociendo al hacerla el deber más elemental de una verdadera civilización. Por más que debo reconocer y reconozco la sabiduría de muchos de los señores profesores, no puedo dejar de creer que un Estado, cualquiera que él sea, que permite que subsista el contraste del absoluto desamparo con la sabiduría intensa o la riqueza extrema, es un Estado injusto, cruel y rematadamente bárbaro. Nopor esto que os digo vayáis a creer que pasa por mi mente el cobarde 2
pensamiento de ofenderos insinuando que sois vosotros los culpables. Bien sé que muchos de vosotros habéis dedicado todas vuestras energías, con desinterés y con amor, a la enseñanza. Sin embargo, no habéis podido evitar nuestros fracasos sociales; no habéis servido todo lo que debíais servir acaso porque siempre se os ha...
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