Don Manuel es un hombre peculiar

Don Manuel es un hombre peculiar. En apariencia tiene unos 90 años pero en espíritu y ánimo se le restan algunas décadas. Cuando habla te das cuenta que ha vivido todo tipo de aventuras y que desconoce muy pocas cosas. En su voz puedes percibir la seguridad de alguien que piensa lo que dice y no tiene temor a expresar lo que siente.
Lo conocí la mañana de un viernes, el frio de otoño calabarecordándonos que el invierno está cerca. Viajábamos en la combi, entumecidos por el frio y el reducido espacio. Pero él parecía no ser afectado por ninguna incomodidad, ni sufría arrebatos de escalofríos. Una amplia sonrisa se dibujaba en el rostro, mientras miraba alrededor con descaro. Parecía estar planeando algo.
Yo me senté en uno de los laterales del vehículo, apenas noté su mirada supe quetenía su atención puesta en mi, mostrando una sonrisa depredadora.
La combi comenzó a avanzar y de pronto habló, su voz grave y firme se sobrepuso al ruido ambiental – ¿usted joven tiene novia?- me tomó por sorpresa, sentí las miradas de los pasajeros y mi negativa fue tímida y silenciosa, más bien un convulsivo movimiento de la cabeza. Inmediatamente después y sin mucho reparo se fijo en la muchachaque venía a su lado. –Ahí tiene señorita, no es tan difícil encontrar un buen mozo para acompañarla en este viaje, no es muy guapo, pero es algo…- no hubo pudor alguno en su comentario, el rostro de la chica paso de un color canela a un rojo intenso, mi rostro presento el mismo síntoma. El viejo parecía no abochornarse por nuestro estado y, al contrario, se notaba que gozaba la situación.
Unaseñora que estaba frente a mi bufó, parecía estar al tanto de las triquiñuelas de don Manuel mientras tanto yo, desorientado y con la garganta cerrada, mire por unos instantes a la chica, que trataba de evadirse del mundo que la rodeaba a través de la ventana. No la culpe, ella al menos tenia la ventana cerca.
Él seguía viéndonos, con una expresión expectante, su sonrisa de satisfacción no estabaescondida y parecía que en cualquier momento reanudaría su asedio. Una risa aguda rompió en la atmosfera y nos salvo por unos instantes del escrutinio de aquel señor. Su objetivo cambio, y al ver a la señora que emitía esa risita chillante comenzó una nueva arenga.
-el amor entre jóvenes, siempre es tímido a primera vista pero una vez que germina, crece con pasión- dijo solemne y comenzó un pequeñorelato con un clásico –cuando yo tenía más o menos su edad, la conocí…-
Parecía que a pesar del ruido y las cumbias de la combi su voz era lo único que podíamos escuchar. Nos habló de una mesera graciosa y de un café caliente derramado, de una tarde de mayo y un beso bajo la luz mortecina del sol. Era embriagador, la muchacha y yo habíamos olvidado el bochorno anterior y ahora parecíamos doschiquillos escuchando la historia del abuelo, con los ojos brillando y una sonrisa a mandíbula saliente esperando escuchar el gran final…
De pronto un volantazo nos sacó del estupor. El conductor pintó un zig zag en la calle sacudiéndonos dentro de la combi. Todos parecían asustados y un tanto molestos mientras tratábamos de aferrarnos a cualquier cosa, todos excepto don Manuel, el parecía disfrutarloen grande mientras dejaba que su cuerpo se arrastrará por la inercia del vehículo y recargándose y empujando mas a quienes veníamos con él.
Don Manuel hizo una pausa, como recobrándose de la emoción. Todos esperábamos que retomara la historia y odiamos al chofer por interrumpir justo cuando la mesera debía decidir entre el amor pasional e inconstante o uno seco pero seguro... pero Don Manuel pidióal conductor que acelerará. pues íbamos entrando a la zona de terracería y le encantaba dar tumbos en el asiento, el conductor aceleró todo lo que pudo.
Nos tambaleamos y azotamos los unos contra los otros. Yo veía a don Manuel y pensaba ¿está loco? Debía de estarlo- pero él seguía alentando al conductor a continuar su frenética carrera. Al fin llegamos a una zona un poco más pavimentada y el...