don quijote

Capitulo I
  
Rodrigo tenia pasión por el fútbol. Podía pasar horas sentado viendo por televisión hasta el más remoto equipo jugar el más remoto torneo de algún lugar remoto en la tierra. Era hincha de Estudiantes, del pincha, como su viejo, del que había heredado también la pasión por las matemáticas. Tenía un póster colgado en su pieza con Bilardo a la cabeza del equipo del '68 campeón de lalibertadores diez años antes de que el naciera, al lado, otro de Albert Einstein y su aclamada fórmula. 
  Su pieza era chica, ocupada en gran parte por su cama de dos plazas. Junto, un placard heredado dejaba ver en el hueco de la puerta que le faltaba su humilde ajuar en variados tonos de marrón en su mayoría, más un mameluco blanco a las órdenes del pan de cada día y por supuesto lainfaltable camiseta del pincha.
 Cerca, una mesa de luz precaria con el despertador rojo que siempre atrasaba 10', una foto de su madre en tonos de sepia, y ese clásico vaso de agua para tomar la diaria pastilla de Nifedipina que estaba en el cajón, un problema cardíaco detectado cuando era chico lo obligaba a ser preso de la medicina, más una tableta de Nitrostat de rápida acción para controlar lavasodilatación y una aspirina. Si bien hacía ya tiempo que no había tenido episodios de espasmos una batería de remedios eran su fiel compañía.
 Estudiaba para ser Licenciado en física en la Facultad de La Plata. Cursaba ya materias del 4to y 5to año. Él era muy ávido al estudio, pero había tenido sus idas y vueltas por temas ajenos a la facultad. Este era su tercer intento, ya la había abandonado dosveces: la primera fue por una oportunidad que se le presentó, la cual, sin éxito, lo dejó a la deriva. La otra por una frustración, que, como toda frustración, nunca son fáciles de contar. Pero había algo en ella que siempre lo hacía volver. Esa mística propia que lo atrapaba y lo podía dejar pensando por horas. Números, fórmulas, ese tipo de cosas. Eso era gran parte de su vida.
 Se levantaba alas 5 y diez de la madrugada más tardar para trabajar en la panadería de su tío que estaba ubicada en la calle 8 e/ 45 y 46 ahí en la ciudad de La Plata. Los días de trabajo eran rotativos y su ocupación era supervisar la producción mientras laburaba sobre una sobadora. Trabajaba por lo general cinco días a la semana, los lunes la panadería cerraba y el intercalaba entre martes o domingos paratratar de siempre hacerse un lugar para ir a la cancha cuando su club jugaba de local. El resto del tiempo libre lo dedicaba a leer y estudiar, jugar a la pelota con sus amigos del barrio, o caminar por las plazas de La Plata buscando inspiración, casi siempre acompañado de Valeria, una vieja amiga, y su perro Rino, un fox terrier blanco y marrón. Esa era su rutina.
 Su vida era sencilla, peroguardaba muy dentro de él un vacío que nunca supo llenar: Nunca conoció a su padre. Él se había ido antes de que Rodrigo naciese, los había dejado a la deriva cuando su madre lo gestaba. Sólo tenía algunas fotos, anécdotas perdidas de ir a ver a estudiantes contadas por su tío materno, el viejo placard, los míticos cuadros y unos cuadernos llenos de anotaciones con algunas hojas arrancadas.
 Más queotra cosa lo desvelaba el hecho del silencio estampa de su madre para no dar detalles de porqué él los había abandonado de esa manera. Necesitaba saber porqué. Ese silencio había generado un alejamiento entre ambos y ya no se veían desde hace un tiempo.
 Su vida era sencilla, pero pronto iba a cambiar.
 
Un nuevo día asomó. Eran las 5:09 y el despertador rojo estaba por sonar. Rodrigo tenía losojos abiertos y miraba el techo de su pieza. Al lado de él, Valeria había dejado de dormir y lo veía ver el techo.
-¿Qué estás pensando?
-Nada.
-En algo estas pensando. La nada es algo.
-Ja, eso te lo dije yo.
A Valeria siempre lo inquietaba saber que pasaba por la cabeza de Rodrigo. Ella sentía algo especial en él pero que nunca sabía descifrar, pero lo adoraba con locura.
Rodrigo a su...