donde dragones

A primera vista, pareciera que no hay dos artes más alejadas entre sí que la literatura y las matemáticas.
La primera, se cree, pertenece a un reino mágico donde todo es posible; parte de un pactotácito entre el autor y el lector que establece que son ciertas las infinitas variantes de la realidad.  La segunda parece emerger del frío mundo de los números y la lógica implacable.
Pero... ¿y sino fuera así? ¿Y si las letras, signos, símbolos y números, por más enigmáticos que fueran, constituyeran un patrimonio común?
De hecho, la literatura y las matemáticas mantienen una relación antiguay casi secreta, que se revela en forma inesperada y siempre sorprendente, como por ejemplo en el siguiente párrafo: "En el paralelepípedo rectangular que se desplaza a lo largo de una línea recta deecuación 84x+S = y, un homoide A que presenta un casquete esférico rodeado por dos sinusoides, sobre una parte cilíndrica de longitud 1 menor que n, presenta un punto de intersección con un homoidetrivial B. Demostrar que este punto de intersección es un punto de inflexión. Si el homoide A encuentra un homoide homólogo C, entonces el punto de intersección es un disco de radio r menor que 1.Determinar la altura b de este punto de intersección en relación al eje vertical del homoide A".
¿Ya lo habéis descubierto? Se trata de... la descripción de un pisotón en un autobús, realizada por elgenial Raymond Queneau, escritor y matemático francés que formó parte del grupo OULIPO, formado en 1960 por escritores, matemáticos y otros artistas que buscaron analizar, descubrir y recrear, las huellasde la matemática en la literatura y viceversa. Como, por ejemplo, se puede leer aquí: “...límites a los que tienden a acercarse cantidades continuamente decrecientes, límites a los que no puedenacercarse más que una diferencia dada, pero nunca traspasarlo, ni alcanzarlo antes de que las cantidades disminuyan in infinitum.”
Este párrafo de increíble belleza fue escrito por Isaac Newton en el...