Ejemplo de crónica
Iniciaba mi labor de maestra en la escuela de una vereda, que dista a una hora del sector urbano de mi pueblo. Un lugar donde la carretera tiene su fin, pero donde lashistorias, costumbres y tradiciones se mantienen vivas en la comunidad.
Transcurrió la semana con la inquietud de hacer el viernes, un día de campo. Cada niña y niño tenía que traer ropa de trabajo,y alguna herramienta para hacer limpieza a los alrededores de la escuela. Era un cuarto de hectárea por deshierbar y urgía hacerlo porque los animales como insectos, sapos y culebras, confrecuencia llegaban a los patios y salones.
Despertó el día esperado con los esplendidos rayos del sol que egoístamente auguraban pocas horas de trabajo. Mi compañera maestra y yo, estábamos preparadascon algunas panelas y naranjas que les habíamos encargado a los niños. Un señor vecino de la escuela, madrugó a llevarnos una deliciosa guanábana y dijo que nos acompañaría en la jornada de limpieza.Uno a uno, los niños fueron llegando cargando el azadón, portando machete, sombrero, y en sus bolsos, el lonche o merienda que sus madres con cariño les habían preparado. Siendo más de las 7:00a.m. organizamos en el patio las formaciones por grados, compartimos la oración y cantamos. Luego se les asignó los espacios por grupos de trabajo, liderado por un estudiante de quinto y se informó querealizaríamos la tarea hasta las 10 a.m, para luego ofrecerles un refrigerio y realizar unos partidos en la cancha de fútbol.
Muy animados todos, salimos a iniciar la labor. Las niñas y niñospequeños se quedaron regando las plantas y luego en un andén se les organizó pinturas y pinceles para que pintaran algunas piedras para la decoración de los jardines. Mientras tanto, el sol nos animabaa la dura faena y entre gritos, cantos, silbidos y risas fuimos quebrando la hierba y arrinconando el rastrojo que dominaba el lugar.
Unos niños más fuertes que otros, unos más constantes, más...
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