El alcoholismo en la mujer

El viejo Amaya no tendrá una casa nueva
por Lázaro Manuel Alonso Castro
El viejo Amaya aprendió con la vejez que el viento era bueno, porque dos veces lo salvó de morir asfixiado. Y lo amó porquecuando era tiempo de zafra, las primeras brisas matutinas tumbaban el rocío de las hojas de tabaco. Solo así podía cosecharlas. El aire era su única compañía en aquella casa de guano cerca delpedraplén. En las tardes, sentado en el portal, le mecía las barbas y los fines de semana, cuando lavaba las ropas, el viento se las secaba sin demoras.
Envidia hubiese sentido Víctor Manuel de aquel paisajelleno de palmas batidas por un soplo fresco, siempre en las tardes, una imagen que el viejo Amaya se llevará consigo al camposanto. A sus 80 años no tenía sentido encontrarle detractores. El vientosolo podía ser bueno.
El viejo Amaya amaba su campo, a sus pollos, a su radio-el único atisbo tecnológico de la casa-, y odiaba a la revolución y a toda esa cursilería barata de frases, consignas ydesfiles. También me odiaba a mí, porque era un revolucionario creyentón de los que piensa tener respuesta para todo. Y me odiaba siendo tan viejo y estando tan solo. Nunca leyó a García Márquez, perosi lo hubiese hecho, estaría feliz de saber que el secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad.
Solo hubiese pasado aquel huracán en su choza maloliente, si otrosbuenos hombres amantes de la vida, incluso del viejo Amaya, no hubiesen ido a sacarlo antes de comenzar los fuertes vientos. Yo también hubiese ido a sacarlo.
Su casa fue la primera en volar.Hilachas de guano, pedazos de colchón, tablas carcomidas por el comején, platos de aluminio, pasaron frente a mi casa y frente a sus ojos, aguados por primera vez. Pero el viejo Amaya se mantenía firme, y yocasi en un grito por él, por su colchón, por sus platos, por sus ojos aguados por primera vez.
La construcción había comenzado hacía algunas semanas. Ladrillos, piedras, gravilla, arena, losas,...