El alquimista
“No entiendo cómo buscan a Dios en el seminario”,pensó, mientras miraba al sol que nacía. Siempre que le era posible buscaba un camino diferente para recorrer. Miró al cielo y calculó que llegaría a Tarifa antes de la hora del almuerzo. Allí podríacambiar su libro por otro más voluminoso, llenar su bota de vino y afeitarse y cortarse el pelo; tenía que estar bien para encontrar a la chica y no quería pensar en la posibilidad de que otro pastorhubiera llegado antes que él, con más ovejas, para pedir su mano.
“Es justamente la posibilidad de realizar un sueño lo que torna la vida interesante”, reflexionó, mientras miraba nuevamente al cielo yapretaba el paso. Acababa de acordarse de que en Tarifa vivía una vieja capaz de interpretar los sueños. Y él había tenido un sueño repetido aquella noche.
La vieja condujo al muchacho hasta uncuarto en el fondo de la casa, separado de la sala por una cortina hecha con tiras de plástico de varios colores. Dentro de él había una mesa, una imagen del Sagrado Corazón de Jesús y dos sillas.
Lavieja se sentó y le pidió que hiciese lo mismo. Después le cogió las manos y empezó a rezar en voz baja.
Parecía un rezo gitano. La gente decía que su vida consistía siempre en engañar a los demás;también decían que tenían pacto don los demonios, y que raptaban criaturas para tenerlas como esclavas en sus misteriosos campamentos.
“Pero tiene la imagen de Sagrado Corazón de Jesús”, pensó,...
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