El Caballero Carmelo

Páginas: 12 (2838 palabras) Publicado: 31 de octubre de 2012
EL CABALLERO CARMELOIUn día, después del desayuno, cuando el sol empezaba a calentar, vimos aparecer desde la reja,en el fondo de la plazoleta, un jinete, en bellísimo caballo de paso, pañuelo al cuello, que agitabaal viento; sampedrano pellón de sedosa cabellera negra y henchida alforja, que picaba espuelasen dirección a la casa.Reconocímosle. Era el mayor que años corridos volvía. Salimosatropelladamente, gritando –¡Roberto, Roberto!Entró el viajero al empedrado patio donde el ñorvo y la campanilla enredábanse en lascolumnas como venas en un brazo, y descendió en los de todos nosotros. ¡Cómo se regocijaba mimadre! Tocábalo, acariciaba su tostada piel, encontrábalo viejo, triste, delgado. Con su ropaempolvada aún, Roberto recorría las habitaciones rodeado de nosotros; fue a su cuarto,pasó alcomedor, vio los objetos que se habían comprado durante su ausencia, y llegó al jardín. –¿Y la higuerilla? –dijo.Buscaba entristecido aquel árbol cuya semilla sembrara él mismo antes de partir. Reímos todos: –¡Bajo la higuerilla estás!…El árbol había crecido y se mecía, armoniosamente, con la brisa marina. Tocólo mi hermano,limpió cariñosamente, las hojas que le rebozaban la caray luegovolvimos al comedor. Sobre lamesa estaba la alforja rebosante, sacaba él, uno a uno, los objetos que traía y los iba entregando acada uno de nosotros. Qué cosas tan ricas!. Por donde había viajado! Quesos frescos y blancosenvueltos por la cintura con paja de cebada en la quebrada de Humay; chancacas hechas concocos, nueces, maní y almendras; frijoles colados en sus hermosas calabacitas, pintadasencimacon un rectángulo de su propio dulce, que indicaba la tapa, de Chincha baja; bizcochuelos deyema de huevo y harina de papa, leves, esponjosos, amarillos y dulces, en sus cajas de papel,santitos de "piedra de Guamaya", tallados en feria serrana; cajas de manjar blanco, tejas rellenasy una traba de gallo con los colores blanco y rojo. Todos recibíamos el obsequio, y él ibadiciendo, alentregárselo: –Para mamá…, para Rosa…, para Jesús…, para Héctor  –¿Y para papá? –le interrogamos cuando terminó. –Nada –Cómo ¿nada para papá?Sonrió el amado, llamó al sirviente y le dijo –¡El Carmelo!A poco volvió éste con una jaula y sacó de ella un gallo que, ya libre, estiró sus cansadosmiembros, agitó las alas y cantó estentóreamente: –¡Cocorocoooooooooo!… –Para papá, – dijo mi hermano.Así entró en nuestracasa el amigo íntimo de nuestra infancia ya pasada, a quien acaecierahistoria digna de relato; cuya memoria perdura aún en nuestro hogar, como una sombra alada ytriste: El Caballero Carmelo IIAmanecía, en Pisco, alegremente. A la agonía de las sombras nocturnas, en el frescor del alba,en el radiante despertar del día, sentíamos los pasos de mi madre en el comedor, preparando café para papá.Marchábase éste a la oficina. Despertaba ella a la criada, chirriaba la puerta de la callecon sus mohosos goznes; oíase el canto de gallo, que era contestado a intervalo por todos los dela vecindad; sentíase el ruido del mar, el frescor de la mañana, la alegría sana de la vida. Despuésmi madre venía a nosotros, nos hacía rezar arrodillados en la cama, con nuestras blancas camisasde dormir; nos vestíamosy luego al concluir nuestro tocado se anunciaba a lo lejos la voz del panadero. Llegaba éste a la puerta y saludaba. Era un viejo dulce y bueno, y hacía muchos años,al decir de mi madre, que llegaba todos los días, a la misma hora, con el pan calientito yapetitoso, montado en su burro, detrás de dos "capachos" de acero repleto de toda clase de pan:hogazas, pan fresco, pan de mantecado,rosquillas.Mi madre recibía el que habíamos de tomar y mi hermano Jesús lo recibía en el cesto.Marchábase el viejo, y nosotros dejando la provisión sobre la mesa del comedor cubierta de hule brillante, íbamos a dar de comer a loa animales. Cogíamos las mazorcas de apretados dientes, lasdesgranábamos en un cesto y entrábamos al corral, donde los animales nos rodeaban. Volaban las palomas, picoteábanse...
Leer documento completo

Regístrate para leer el documento completo.

Estos documentos también te pueden resultar útiles

  • el caballero carmelo
  • El Caballero Carmelo
  • El caballero carmelo
  • El Caballero Carmelo
  • Caballero Carmelo
  • El Caballero Carmelo
  • El caballero carmelo
  • El Caballero Carmelo

Conviértase en miembro formal de Buenas Tareas

INSCRÍBETE - ES GRATIS