El conflicto armado en Colombia
Tilly, por ejemplo, ofrece una tipología que incluye, además de las guerras, los rituales violentos, eventos de destrucción coordinada, oportunismo, y reyertas. La evolución de las formas de la guerra también ha sido estudiada por autores como Holsti (1996) –con su noción de guerras institucionalizadas, totales y del tercer tipo–, y más recientemente Kaldor (2001) –con su propuesta sobre las"nuevas" guerras– y Münkler (2002).
En Colombia no se han realizado esfuerzos por crear tipologías de los conflictos armados. Sin embargo, el debate se ha centrado en cómo clasificar el conflicto armado interno en relación con las tipologías existentes. Una expresión de esto ha sido el reciente debate sobre si en Colombia hay (o no) una guerra civil. Promovido desde el gobierno y el Congreso yen línea con el endurecimiento de la noción de seguridad tras el 11 de septiembre del 2001, el debate abordó la pregunta de si el país padece una amenaza terrorista (que exigiría una respuesta principalmente represiva), y no un conflicto armado o guerra civil (en el que las partes tienen agendas políticas que eventualmente pueden otorgarles legitimidad para constituirse como interlocutores, nosimples enemigos). La academia participó de esta discusión, en parte a raíz de la sugerencia de Pecaut (2001) (secundada por Eric Lair) de que lo que hay en Colombia es una guerra contra la sociedad o los civiles. Esta noción, igual que la posición del gobierno, ha sido controvertida por autores como Nasi y Ramírez (Nasi, Ramírez y Lair 2003), quienes proporcionan distintas razones sobre por quéColombia puede (y debe) ser considerada como una instancia de guerra civil.
El debate anterior se nutrió de la literatura sobre la economía política de los conflictos armados. Impulsada por los estudios pioneros de Collier (2000), Collier y Hoeffler (2001), David Keen (2000; 2001), Berdal y Malone (2000), esta literatura parte de estadísticas elaboradas con bases de datos de cientos de conflictosarmados internos a nivel mundial. Uno de los puntos centrales sugeridos es que existe una relación cercana entre disponibilidad de recursos saqueables e incidencia de rebeliones. Contrario a un supuesto de larga vigencia, de acuerdo con el cual habría conflicto donde hay pobreza o distancias étnicas insuperables, esta literatura sugiere que la rebelión necesita recursos para operar (de Soysa 2000).Por eso, además de considerar factores como la desigualdad, la ausencia estatal y la disponibilidad de mano de obra joven y masculina, los seguidores de esta corriente examinan también la presencia de recursos como promotora de los conflictos armados, sea como insumo operativo para rebeliones existentes, o como objeto de disputa entre bandos enfrentados.
Documentada crecientemente con casos...
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