El Deber De Todo Ser Humano
del escritorio de Jonathan
El deber de todo ser humano
En
la
universidad
tuve
la
oportunidad
de
estudiar
biología.
Fue
fascinante
estudiar
el
cuerpo
humano,
los
animales
y
todo
lo
relacionado
con
la
vida
de
los
seres
creados.
A
mí
me
llama
mucho
la
atención
la
inves=gación
cien>fica
por
como
puede
mejorar
la
vida
del
ser
humano
a
través
de
nuevos
hallazgos
en
el
campo
de
la
medicina
entre
otros.
Sin
embargo,
pasé
más
=empo
estudiando
la
teología:
la
ciencia
de Dios.
De
estos
estudios
les
dejo
les
dejo
unas
palabras
de
San
Agus>n
acerca
del
deber
del
cien>fico.
En
realidad,
es
el
deber
de
todo
ser
humano:
ver
más
allá
de
la
creación
y
fijarse
en
el
Creador. «¡Te
alabo
porque
soy
una
creación
admirable!
¡Tus
obras
son
maravillosas,
y
esto
lo
sé
muy
bien!»
Sal
139:14. -‐-‐-‐ Voy
a
recordar
ahora
delante
de
mi
Dios
aquel
año
vigésimo
nono
de
mi
vida.
Había
ya
venido
a
Cartago
un
cierto
obispo
de los
maniqueos
llamado
Fausto,
que
era
una
verdadera
trampa
del
diablo
y
a
muchos
enredaba
con
el
atrac=vo
de
su
suave
elocuencia.
Yo,
ciertamente,
la
alababa
pero
no
la
confundía
con
aquella
verdad
de
las
cosas
de
la
cual estaba
yo
tan
ávido.
Lo
que
me
interesaba
no
era
el
hermoso
pla=llo
de
las
palabras,
sino
lo
que
pudiera
haber
de
sustanciosa
ciencia
en
la
doctrina
que
el
dicho
Fausto
proponía.
Mucho
lo
había
levantado
la
fama
ante
mis
ojos, como
a
varón
peri>simo
en
toda
clase
de
honestas
disciplinas
y
especialmente
perito
en
las
artes
liberales. Y
como
había
yo
leído
mucho
de
varios
filósofos
y
lo
tenía
todo
bien
claro
en
la
memoria,
comparaba
algunas
de
sus afirmaciones
con
las
prolijas
fábulas
de
los
maniqueos
y
mucho
más
que
éstas
me
parecían
dignos
de
aprobación
los
principios
de
aquellos
filósofos
que
fueron
capaces
de
averiguar
la
naturaleza
del
mundo,
aun
cuando
al
Señor
mismo
del mundo
no
lo
hayan
llegado
a
conocer.
Porque
tú,
Señor,
eres
grande,
pones
los
ojos
en
las
cosas
humildes
y
a
las
grandes
las
miras
desde
lejos
(Sb
13:9).
No
te
acercas
sino
a
los
de
corazón
contrito,
ni
te
dejas encontrar
por
los
soberbios
por
más
que
en
su
curiosidad
y
pericia
sean
capaces
de
contar
las
estrellas
y
conocer
y
medir
los
caminos
de
los
astros
por
las
regiones
siderales.
En
estas
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2
cosas
=enen...
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