El encuentro de 1990
Páginas: 2 (404 palabras)
Publicado: 3 de noviembre de 2011
El encuentro
Cuando tenía tan solo cinco años de edad, una tarde de domingo, los movimientos parecían lentos, acompañados de un aire silencioso que separaba con claridad al barrio, de la casa a laque llegábamos.
Lo miré a él, como observaba atentamente las ventanas del piso superior, cerradas como de costumbre, donde se resistían a desaparecer los resecos mosquiteros.
Ahí lo acompañabayo, con gesto incierto, sin rechazar el camino ni el destino de mis pasos. Sabía a quién vería, pues muchas veces se me había dicho que el niño que estaba en tantas fotos y murales era mi hermano. Conlos ojitos brillantes y los labios entreabiertos, dejaba ver mi curiosidad inocente, mientras observaba como su dedo extendido pulsaba el timbre, mi papá, con su mirada indescifrable, aguardó.Segundos después escuchamos los pasos rápidos bajando por la escalera y al abrirse la puerta sentimos frio y calor a la vez, como si detrás de la puerta fuera a aparecer algo totalmente inesperado, sinembargo nos saludó muy cordialmente y con una voz seria, diciéndonos; -¡Hola, qué tal!. Y mi padre con su tono más apacible, respondió; -Bien, ¿y vos cómo estás? Ella sin dejar que termine, le gritó a suhijo; -¡Mati, veni, bajá!
Enseguida y muy rápido, más que bajar se nos vino encima, como un alud, Matías, mi hermano mayor (que es el hijo del primer matrimonio de mi padre), con sus ojos grandescomo nunca que mostraban mucha alegría y felicidad. Sin perder tiempo con tanto apuro como nerviosismo, se estiró, y besó a papá, luego se agachó, me besó, agarro el paquetito que yacía en mis manos ydijo; -Gracias Joaqui.
Al cerrarse la puerta y comenzar el ascenso, mi padre me contó que a partir de ese momento empezó a sentir tantas cosas diferentes como únicas. Durante varias horas flotó en unaire sublime, acariciado constantemente de pensamientos pasados y de anhelos futuros. En ese lapso admiró el esfuerzo de dos hermanos por sentirse bien, por compartir de buena forma un instante de...
Cuando tenía tan solo cinco años de edad, una tarde de domingo, los movimientos parecían lentos, acompañados de un aire silencioso que separaba con claridad al barrio, de la casa a laque llegábamos.
Lo miré a él, como observaba atentamente las ventanas del piso superior, cerradas como de costumbre, donde se resistían a desaparecer los resecos mosquiteros.
Ahí lo acompañabayo, con gesto incierto, sin rechazar el camino ni el destino de mis pasos. Sabía a quién vería, pues muchas veces se me había dicho que el niño que estaba en tantas fotos y murales era mi hermano. Conlos ojitos brillantes y los labios entreabiertos, dejaba ver mi curiosidad inocente, mientras observaba como su dedo extendido pulsaba el timbre, mi papá, con su mirada indescifrable, aguardó.Segundos después escuchamos los pasos rápidos bajando por la escalera y al abrirse la puerta sentimos frio y calor a la vez, como si detrás de la puerta fuera a aparecer algo totalmente inesperado, sinembargo nos saludó muy cordialmente y con una voz seria, diciéndonos; -¡Hola, qué tal!. Y mi padre con su tono más apacible, respondió; -Bien, ¿y vos cómo estás? Ella sin dejar que termine, le gritó a suhijo; -¡Mati, veni, bajá!
Enseguida y muy rápido, más que bajar se nos vino encima, como un alud, Matías, mi hermano mayor (que es el hijo del primer matrimonio de mi padre), con sus ojos grandescomo nunca que mostraban mucha alegría y felicidad. Sin perder tiempo con tanto apuro como nerviosismo, se estiró, y besó a papá, luego se agachó, me besó, agarro el paquetito que yacía en mis manos ydijo; -Gracias Joaqui.
Al cerrarse la puerta y comenzar el ascenso, mi padre me contó que a partir de ese momento empezó a sentir tantas cosas diferentes como únicas. Durante varias horas flotó en unaire sublime, acariciado constantemente de pensamientos pasados y de anhelos futuros. En ese lapso admiró el esfuerzo de dos hermanos por sentirse bien, por compartir de buena forma un instante de...
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