el Gatito Greg
A partir de ese día el comportamiento de la loba lo mantuvo en vela. Se había vueltosumamente esquiva y se pasaba más tiempo en el jardín que dentro de la casa. —Como tenía su pequeña puertita podía entrar y salir a su antojo—. Llegó incluso a preferir dormir en el umbral de la puerta ya comer cuando él se encontraba fuera de casa.
Una madrugada Kike se despertó de improviso, movido por algún presentimiento o tal vez un ruido sonoro retumbando en su sueño más profundo. Llamó aLuza y, como esta no acudió a su llamado, fue a buscarla. El salón se hallaba desierto. La cama de Luza, vacía. La buscó por toda la casa y al no encontrarla se dirigió al jardín. La llamó varias vecesdesde el umbral de la puerta. Nada. Con una linterna y el corazón hecho un nudo comenzó a recorrer el perímetro. De pronto, en un rincón escondido, debajo de una enredadera, alcanzó a divisar uncuerpo peludo. Luza se hallaba completamente enroscada y debajo de su cuerpo asomaba otro amarillo y completamente empapado: un gato de apenas unos meses que le miraba suplicante. Con sumo cuidado lo tomóen sus brazos y se dirigió a la casa, con Luza pisándole los talones.
A Kike le fascinaban los gatos, pero en su casa no había espacio para una sola persona más, decía. Al día siguiente se puso abuscarle un hogar con urgencia y varias personas llamaron con deseos de darle uno. El día en el que vendrían a llevarse al gatito, Kike se levantó más temprano que de costumbre. Cuando estaba...
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