El Gato
Desde la infancia me destaqué por la docilidad y humanidad de mi carácter. La ternura de mi corazón era incluso tan llamativa como para convertirme en el blanco de las bromas de mis compañeros. Me encantaban enparticular los animales, y mis padres me complacían con una gran variedad de mascotas. Pasaba con ellas la mayor parte de mi tiempo, y nunca estaba tan feliz como cuando las alimentaba o las acariciaba. Esta particularidad de mi carácter se acentuó con los años, y al llegar a la edad adulta, deriva de ellas una de mis principales fuentes de placer. Difícilmente necesite explicar la naturaleza o laintensidad de la gratificación que se obtiene a quienes hayan apreciado el afecto de un perro fiel y sagaz. En el amor de un animal hay algo desinteresado y dispuesto al sacrificio que llega directo al corazón de aquel que ha tenido oportunidad frecuente de poner a prueba la pálida amistad y la fidelidad, tenue como una telaraña, del mero hombre.
Me case joven y fui feliz al descubrir en miesposa un temperamento afín al mío, al observar mi afición por las mascotas, no perdió oportunidad de conseguir las que eran más agradables en su especie, teníamos aves, peces de colores, un perro esplendido, conejos, un mono pequeño, y un gato.
Este último era un animal notablemente grande y hermoso, negro por completo, y sagaz en un grado asombroso. Cuando hablaba de suinteligencia, mi esposa,
que no dejaba de tener el corazón un poco teñido por creencias
supersticiosas, hacia alusiones frecuentes a la antigua idea popular,
según la cual todos los gatos negros eran brujas disfrazadas. No
hablaba en serio sobre este punto: me atrevo a mencionar el asun-
to solo porque lo recordé, por casualidad, en este preciso momento.
Plutón -así se llamabael gato- era mi mascota y mi compañero de juegos preferido. Solo yo lo alimentaba, y él me seguía por toda la casa. Era complicado impedirle que me siguiera por las calles.
Nuestra amistad duro de esto modo unos cuantos años, en los cuales mi temperamento y mi carácter- gracias al papel decisivo del demonio de la ebriedad- habían experimentado (me ruboriza confesarlo) un cambio radicalhacia lo peor. Día a día yo me volvía más malhumorado, más irritable, más indiferente a los sentimientos de los demás. Llegue a emplear un lenguaje desconsiderado con mi esposa. Al final incluso la trae con violencia física. Mis mascotas desde luego, estaban hechas para sentir el cambio de mi carácter. No solo las descuide, sino que las agredí. Por Plutón sin embargo, aun conservaba la suficienteconsideración como para refrenar el maltrato, aunque no tenia escrúpulos para maltratar a los conejos, al mono hasta al perro, cuando por accidente, o por afecto, se cruzaban en mi camino. Pero la enfermedad progreso en mi- ¡qué enfermedad hay como el alcohol!- y al final hasta Plutón, que ahora s iba poniendo viejo y por lo tanto un poco mas fastidioso… hasta Plutón comenzó a padecer los efectos...
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