el mago de oz
“¿Dónde estás?” Pensaba…No podía hablar, tenía la garganta hinchada por haber llorado sin gritos.
“¿Me vas a dejar morir aquí? … Quiero ver a mis hijos otra vez…
Esto es un castigo?”...
El grupo depersonas con el que salió de la frontera, se había desbaratado con la persecución de la patrulla. Vio correr a hombres uniformados de rostros similares a los perseguidos, golpeando e insultando a losque lograban alcanzar, ella y otro, habían caído en un agujero tratando de ponerse a salvo.
Ahí estaba, inmóvil, casi sin respirar para no ser vista. Ya habían pasado muchas horas y no escuchabani un solo ruido, trató de incorporarse, y al apoyar su mano sobre la arena tocó otra mano fría, inmóvil, tiesa…era la del muchacho de catorce años que había viajado desde el Ecuador para ver a sumamá, el quería llegar hasta Canadá.
Lo reconoció cuando los primeros rayos del sol comenzaron a iluminar aquel desierto que siempre estaba triste…
Elena se arrodilló, y comenzó a hacer unaoración por la mamá del muchacho, le arrancó el rosario del cuello, se lo metió en la boca muerta y le cerró los ojos.
“En los primeros catorce años de vida, la palabra que más se pronuncia es: “Mamá”debe ser horrible no estar ahí para escucharla”.
Era parte de aquella oración a Dios que se fue tornando en quejas al cielo abierto... “¿Cómo se sobrevive con el alma dividida por fronteras?”...
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