EL MIEDO A LOS TELEGRAMAS
¿O
no? ¿Y si no lo hacía?Se sentó en una silla, los ojos fijos en aquella puerta.Era una niña esperando un examen, o al dentista.Un hombre muy alto, don Julián Vallejo, sedetuvofrente a ella, la mirada insolente y curiosa.- Don Julián -murmuró Deyanira.- Buenos días, señora
—le
dijo con distancia.- Don Julián -continuó-, esta joven dice que es susecretaria...- Efectivamente,Marta es mi secretaria.- Pero don Julián, yo soy Deyanira, he sido su secretariadesde hace seis años. Empecé a trabajar con usted en eledificio viejo, antes de pasarnos. Las facciones de donJulián sesuavizaron un momento al contemplar laangustia de aquel rostro.- Mire, señora, usted está equivocada. Seguro meconfunde con otra persona. Yo no la conozco a ustedni ha trabajado nunca en esta empresaque yo recuerde. ¿Por qué no se va a su casa y descansa? ¿Por quéno va al médico?Bajó la mirada. Tenía unas ganas infinitas de llorar.- Hágame caso, señora,
vayase
y
tranquilícese.
Don...
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