El Paramo De Los Perdones

EL PÁRAMO DE LOS PERDONES

En una zona de llanura rocosa de la sierra de Mágina en Jaén donde el sol repica en la piedra y quema en la piel del hombre en los meses de verano vivía un señor llamado Eduardo Alonso Tavares. Su residencia era una casa cueva que desde fuera parecía en completo abandono usada por contrincantes rojos de la guerra civil española como lugar de reunión. Allí seplanearon los más aplaudidos ataques a las tropas franquistas en la comarca cuando todo el país vivía aplacado por la miseria y el hambre. Unos pocos hombres luchaban desde la casa cueva, tan apartada del pueblo mas próximo que ni con tres días montados en una buena burra se podía llegar. Entonces la morada esculpida en la roca caliza estaba pintada con cal viva la misma con las que se pintaban y sepintan las relucientes casas de los pueblos andaluces. Tenía una decoración espartana compuesta por unos tomates secos y una mísera longaniza que colgaban de la pared de la cocina. Los platos, vasos y ollas de oxidado hierro forjado reposaban sobre la chimenea para el humo de la cual habían abierto una brecha en el techo de la casa. Unos pocos palos eran consumidos por las llamas, astillas y trozosde encinas que eran la mejor madera para calentar el hogar de aquellos hombres non gratos para algunos.
La guerra se acabo en el 1939 y la casa se abandonó durante los cuarenta años de la era franquista hasta que en la actualidad por razones sentimentales un hombre que hacía un paseo por la zona la vio y decidió no volver nunca más a su anterior vida. Ese hombre era Eduardo quien era atractivo,pero muy tímido y reservado. Tenía dos grandes cejas pobladas y los ojos de un mentalista curioso. Sus labios eran delgados y rosados pocos dispuestos para el habla. Era alto y fino, tenia una debilidad física que solo su capacidad mental la equilibraba.
Al poco tiempo de estar viviendo allí alimentándose de bellotas y taganinas y alguna perdiz que otra que cazaba con una lanza improvisada y quecocinaba encendiendo fuego con el mechero que llevaba encima el día de su retirada del mundo, se encontró de repente con otra alma que como el gustaba de la soledad de la llanura y el bosque. Era un chico de fuerte musculatura, muy amable y sonriente que se había perdido de sus compañeros de excursión quienes recorrían una vía verde haciendo senderismo. El deseaba hacer el recorrido solo, sin ayudade nadie y al poco tiempo se disgrego del grupo y fue a parar a un territorio que desconocía en lugar de quedarse parado esperando ayuda había decidido seguir moviéndose hasta que aliviado como si acabara de pasar un gran susto se dio de cara con Eduardo que llevaba la lanza y estaba a punto de dar con una liebre.

El aspecto descuidado y el mal olor de Eduardo que no tenía aun los recursosnecesarios para cuidarse en la casa cueva pues no tenía ni agua ni luz corriente desconcertaron a Manuel, más conocido como Manolo por sus amigos.
Poco a poco entablaron conversación que fue empezada por el chico de dieciocho años.
- Perdona señor, me he perdido. No sé si estarás muy ocupado, por favor ¿me, me podría ayudar?
Eduardo decepcionado por encontrar vida humana cerca de su casa semostró seco y rotundo y le mintió:
- Mira chico, no conozco estos lugares, lo siento, mejor pregunta a otra persona.
Manolo desesperado siguió insistiendo:
- Pero si me he perdido, no hay nadie mas aquí en kilómetros a la redonda por que llevo tres horas andando deprisa y sin descanso. Señor, solo usted puede ayudarme, ¿va acaso a ignorarme? Eso no sería humano por su parte. Si me abandonasme moriré de deshidratación e inanición. ¡Necesito hacer una llamada!
La exposición de Manolo hizo sentir a Eduardo que el necesitaba verdaderamente su ayuda, pero detestaba haber sido interrumpido y ver su intimidad invadida. Mirándolo a los ojos se sincero:
- No sé si te seria de mucha ayuda, pues no tengo poco agua que no sé si es potable, luego solo tengo para comer unas pocas...