El problema con el día de san valentín


Argumento
El problema con el día de San Valentín
POR RACHEL GIBSON
No hay nada como un día entero dedicado a los enamorados para que hacer que una chica se sienta como una absoluta perdedora.
Abandonada por su novio, que resultó ser un psicópata, y hasta las narices de su trabajo, Kate Hamilton necesita poner en orden su vida y recuperar un poco de su pérdida autoestima. Así que decidetrasladarse desde la caótica y brillante ciudad de Las Vegas a las tierras salvajes de Gospel, en Idaho, para ayudar a su anciano abuelo. Está claro que es una decisión acertada... ¿qué podría salir mal?
Bueno... para empezar, que lo mejor que puede encontrar un viernes por la noche para entretenerse es leer un poema... hasta que decide echar una cana al aire con el primer hombre que merezca lapena. Pero da la casualidad que ese primer hombre resulta ser Rob Sutter, una antigua estrella de hockey sobre hielo, actual propietario de la tienda de Deportes Sutter, colindante a la tienda de su abuelo, y que no sólo la rechaza sino que termina sermoneándola.
Rob está harto de todo lo relacionado con el amor y no quiere involucrarse en una nueva relación. Pero cuando él y Kate son pillados infraganti en una posición más que comprometedora en el supermercado local –dándole un nuevo sentido a la frase "limpiando el pasillo cinco"– empieza a replantearse su punto de vista.
Lo malo es que acaban de dar una importante carnaza a todas las cotorras de Gospel.

Índice
Argumento 2
Capítulo 1 4
Capítulo 2 17
Capítulo 3 33
Capítulo 4 46
Capítulo 561
Capítulo 6 74
Capítulo 7 91
Capítulo 8 101
Capítulo 9 115
Capítulo 10 131
Capítulo 11 146
Capítulo 12 157
Capítulo 13 173
Capítulo 14 189
Capítulo 15 201
Capítulo 16 214
Capítulo 17 227
Capítulo 18 243
Capítulo 19 252
Epilogo 264
Agradecimientos 266

Capítulo 1
El Día de San Valentín apestaba a lo grande.
Kate Hamilton llevó hasta su boca una taza de roncaliente a la mantequilla1 y se bebió hasta la última gota. En la escala de “cosas que apestaban”, se encontraba en algún sitio entre caerse de bruces en público y el pastel de carne de su tía abuela Edna. Lo primero era doloroso y embarazoso, mientras que lo otro, era una abominación a los ojos del Señor.
Kate bajó la taza y se lamió las comisuras de los labios. El ron caliente la hizo entrar encalor desde el interior, templando su piel y fundiendo la habitación a su alrededor en un resplandor acogedor. Pero no hizo nada para levantarle el ánimo.
Se estaba compadeciendo de sí misma y ella odiaba eso. No era el tipo de mujer que se pasaba el tiempo lloriqueando. Era el tipo de mujer que se llevaba bien con la vida, pero no había nada como un día entero dedicado a los amantes para hacerque una chica soltera se sintiese como una perdedora.
Un día entero de corazones y flores, bombones de chocolate y ropa interior traviesa entregados a alguien más. Alguien que no se lo merecía. Alguien que no era ella. Veinticuatro horas que le recordaban que dormía sola, normalmente vestida con una camiseta andrajosa. Un día entero que le señalaba que estaba sólo a una mala relación de distanciade tirar la toalla. De cambiar sus tacones Fendi por Hush Puppies. De conducir hacia un refugio de animales y adoptar a un gato.
Kate echó una mirada alrededor del Duchin Lounge, el bar donde estaba sentada en un taburete, dentro de la posada Sun Valley. Brillantes guirnaldas de corazones decoraban los pasamanos de latón, al tiempo que había rosas y parpadeantes velas colocadas en cada mesa.Corazones rojos y rosados estaban pegados detrás de la barra y en las grandes ventanas con vista a los pinos cubiertos de nieve afuera, a las pistas perfectamente acondicionadas y a los esquiadores nocturnos. Los focos llenaban las laderas, bañándolas en sombras blanco dorado y unas más oscuras.
Aquellos dentro del Duchin estaban engalanados con lo último en ropa de esquí. Suéteres de Armani y...