El ultimo beso
Hay algo delas comedias de Howard Hawks en El último beso, no sólo en el tema (las relaciones de pareja, el matrimonio) sino también en la forma, pero aquí el resultado es aun más veloz: al movimiento de losactores y la rapidez de los diálogos que imponía Hawks, Muccino le agrega música trepidante y una puesta en escena arrolladora. No hay pausa. Todo es acción. La cámara se mueve de un lado a otro siguiendola exaltada performance de los actores. Los persigue, los enfrenta, los cruza, y no toma distancia jamás. Si Muccino se trasladara a Hollywood, su primer film debería llamarse Rush.
El último besosigue las andanzas de varios jóvenes a punto de volverse adultos, aturdidos por la creciente responsabilidad, deseosos de salir corriendo de la ciudad, de la familia, de la pareja, de cualquier cosaque los ate. También se ocupa de la madre de una de las protagonistas, que lucha contra sí y contra todos por recuperar su felicidad. La búsqueda de la felicidad es para Muccino un móvil interminable eininterrumpido del ser humano. Nunca hay tiempo para pensar, sólo para tomar decisiones con la velocidad de un corredor de bolsa. Y esta felicidad es siempre momentánea, cambiante, incontenible.Tras la entrañable Ahora o nunca, el director puso toda la carne al asador, multiplicó los protagonistas, la velocidad, los movimientos de cámara, las embestidas contra el reloj, y el contagiosoentusiasmo de los personajes que se transmite al instante al espectador. Siguió apostando a nuevos actores salvo oportunas excepciones (caso Stefanía Sandrelli), y estos justificaron la apuesta, porque...
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