EL ZAPATERO MAS SANTO
—No, Antonio —le dijo la voz—. Conrado el zapatero remendón que vive en Jerusalén es más santo que tú.
—¿Qué hace él que no haga yo? —preguntó Antonio.
—Anda, y verás por ti mismo de quése trata —le replicó el Señor.
Cuando llegó a Jerusalén, Antonio encontró el humilde taller de Conrado, el zapatero remendón. Cuando le preguntó qué había hecho para que el Altísimo lo consideraramás santo que él, Conrado respondió:
—He hecho poco además de sentarme aquí y remendar los zapatos que me trae la gente. Pero arreglo cada par como si se tratara de las mismas sandalias de Jesús.Eso es todo lo que hago, y siento que es muy poco.
Se dice que Antonio inclinó humildemente la cabeza y partió de allí, decidido a regresar adonde vivía la gente para servirla como si sirviera alSeñor mismo. Cuando estamos dispuestos a humillarnos, a vaciarnos de nosotros mismos para convertirnos en vasijas capaces de contener las misericordias de Dios, y caminar humildemente por los senderosdel servicio, el Señor nos puede utilizar. Nos llenará de bendiciones para que las compartamos con los que nos rodean.
Quizá hayas escuchado la anécdota de aquella niñita que oró: «Querido Señor, hazque toda la gente mala se convierta en buena, y que la gente buena sea amable». Es un desafío para que nosotros manifestemos el amor y la bondad de Cristo. Es decir, humillarnos para andar con Cristotambién significa ser amables y bondadosos con los demás. Elena G. de White dice: «La religión no es solo un conjunto de doctrinas áridas, sino una fe práctica que santifica la vida y corrige la...
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