el zarco

Páginas: 25 (6154 palabras) Publicado: 3 de marzo de 2014
XI
ANTONIA
Doña Antonia había dormido mal. Después de su primer sueño, que fue tranquilo y pesado, los múltiples ruidos de la borrasca acabaron por despertarla. Agitada después por diversos pensamientos y preocupaciones a causa de su viaje próximo, comenzó a revolverse en su lecho, presa del insomnio y del malestar.
Parecíale haber escuchado a través de los lejanos bramidos del trueno, y delos ruidos de la lluvia y del viento entre los árboles, algunos rumores extraños; pero atribuyó esto a aprensión suya. De buena gana se habría levantado para ir al cuarto de Manuela a fin de conversar o de rezar un momento en su compañía: pero temió interrumpir el sueño de la niña, a quien creía dormida profundamente y acalenturada desde el día anterior.
Así es que, después de haber pasado largashoras en aquella situación penosísima, luchando con ideas funestas y atormentadoras, y con el calor sofocante que había en su cuarto y el que le producía la irritación de la vigilia; cuando oyó que el temporal cesaba, que los árboles parecían quedarse quietos, y que los gallos comenzaban a cantar, anunciando la madrugada y el buen tiempo, la pobre señora acabó por quedarse dormida de nuevo, parano despertar sino muy tarde y cuando los primeros rayos del sol penetraron por las rendijas del cuarto.
Entonces se levantó apresuradamente y corrió al cuarto de su hija.
No la encontró, vio la cama deshecha, pero supuso que se habría levantado mucho antes que ella y que estaría en el patio o en la cocina. La buscó allí, y no hallándola todavía, creyó que andaría recorriendo la huerta, examinandosus flores y viendo los estragos del temporal, y aun se dijo que Manuela hacía mal en exponerse así a la humedad de la mañana, después de haber estado indispuesta el día aÍlterior; que iba a empaparse con el agua de los árboles y a mojarse horriblemente los pies en el lodo de la huerta, que era un bosque espeso, cruzado de apantles por todas partes y que se llenaba de charcos con la menor lluvia.Efectivamente, los naranjos, los zapotes, los mangueras y los bananos dejaban caer una cascada de agua a cada rozamiento de sus ramajes; la luz del sol se reflejaba como en mil diamantes en las gotas de agua que pendían de las menudas hojas, y la grama del suelo se hallaba sumergida en una enorme ciénaga.
Hacía mal la muchacha en andar en la huerta de ese modo
Y la llamó entonces a gritos parareñirla.
Pero habiendo esperado en vano para verla aparecer, y no escuchando su respuesta, comenzó a alarmarse y corrió a buscarla en los lugares que solía frecuentar. Tampoco estaba en ellos. Entonces siguió buscándola y gritándole en todas direcciones, y habiéndole venido una idea repentina volvió a la casa para ver si la puerta de la calle estaba abierta; pero encontrándola perfectamentecerrada y atrancada, tornó a la huerta, llena de sobresalto, suponiendo que quizás su hija habría sido mordida por alguna serpiente y se habría desmayado o tal vez muerto en algún rincón de aquel bosque. La pobre anciana, pálida como la muerte, convulsa de terror y de angustia, se internó en lo más espeso de la huerta, sin cuidarse del lodo ni de la maleza, ni de las espinas, registrándolo todo,llamando por todas partes a su hija con los epítetos más tiernos y más desesperados, con la garganta seca, con los ojos fuera de las órbitas, pudiendo apenas respirar, con el corazón saliéndosele del pecho, loca de dolor y de susto.
Pero nada, Manuela no aparecía.
-Pero, Dios mío, ¿qué es de mi hija? -exclamó, deteniéndose y apoyándose en un árbol, pues sentía que las piernas le flaqueaban.
Nadie lecontestaba. La naturaleza seguía indiferente su curso normal. El sol brillaba de lleno iluminando el cielo, limpio ya de nubes, en aquella hermosa mañana de estío, más sereno y más azul después de una noche de borrasca; los pájaros parloteaban alegremente en las arboledas, zumbaban los insectos entre las flores y todo parecía cobrar nueva vida en aquella tierra tropical y vigorosa.
Sólo la...
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