Electricidad

La muerte del doctor Héctor Wise. Mi viuda, Helena, es una hermosa indígena oaxaqueña; bueno, indígena a medias, porque su padre, mi suegro, fue Héctor Wise, etnobotánico de Estados Unidos que obtuvo un doctorado honoris causa en Harvard con su tesis sobre plantas de poder, dirigida por, nada menos, Peter T. Furst. El joven doctor se había contagiado del entusiasmo por los alucinógenos de laSierra Mazateca que mostraban eminentes académicos como Wasson, Hoffmann, Heim, Evans-Schultes y su propio maestro, y se le metió en la cabeza, por toda una serie de indicios, que había otras yerbas mágicas que sólo conocían algunos, casi ocultos, chamanes oaxaqueños.
Mi suegro obtuvo con facilidad becas de grandes fundaciones, además de su Universidad de Harvard, para la investigación; pero, además,por dinero no quedaba, pues el padre de Héctor, Homero Wise, de Boston, Massachusetts, era el dueño de los famosos Laboratorios Wise, que producían distintas variedades de medicinas con un interés especial por las yerbas curativas, por lo que fueron pioneros en la sintetización y comercialización de diversas plantas, como la valeriana. Su ginseng, o Gingsengwise, cultivado en el norte de Canadápero procesado en Boston, era prestigiadísimo, así como su Chayana, a base de chaya, la prodigiosa planta yucateca.
A mi suegro ya le venía en la sangre el interés por las plantas medicinales y sin dudarlo se lanzó a la Sierra Mazateca de Oaxaca, a la que entonces había que subir en mula. Para penetrar en los misterios de las plantas mágicas y de los hongos alucinantes, también llamados niñossantos, su maestro Furst lo puso en contacto con la famosa Doña Lupe, de Ayautla, una chamana experta en herbolaria, rituales y curaciones a base de alucinógenos. Sólo María Sabina la superaba en celebridad, y muchos decían que Doña Lupe era “aún más sabia”.
Para su fortuna, el doctor Héctor Wise no sólo congenió muy bien con la gran curandera, sino que conoció a la hija, Santa, una indiaalucinantemente hermosa, de rasgos muy finos, aire dulce y de una introversión misteriosa, así es que el joven doctor se enamoró instantánea y fulminantemente de ella. Le parecía una diosa mazateca. En dos meses ya se habían casado y él construyó una casa que se convirtió en la gran atracción del pueblo, pues era de estilo estadunidense: de madera, techo de dos aguas, un piso, porche, jardín delantero, patiotrasero, sótano y desván.
Doña Lupe aprobó con entusiasmo la unión de su hija con Héctor Wise, el Gringo o el Güerito, como se le conocía en el pueblo. Todo parecía perfecto, así es que la gran curandera se consternó cuando, por mera rutina, hizo una consulta a los niños santos sobre el matrimonio de su hija. Tuvo visiones de hojas, raíces y ramas enmarañadas; todo era oscuro y húmedo,inaccesible, lo más profundo del bosque. Después se volvía un túnel interminable de infinita soledad. Doña Lupe no alcanzaba a comprender; o, más bien, no quería entender. Héctor era muy bueno, eso lo podía ver cualquiera, y además reverenciaba a Santa, estaba dispuesto a darle todo. ¿Cómo oponerse? Y además, ¿había que oponerse? Que será, será, whatever will be, will be.
Ya casada, Santa irradiabafelicidad. Se veía floreciente, más llenita sin perder la asombrosa esplendidez de su cuerpo, que ella, pudorosa, ocultaba bajo vestidos sin talle, como camisones muy largos o inmensos huipiles. Su rostro moreno se hizo aún más hermoso cuando se embarazó al poco tiempo. Se volvió silenciosa, como si la felicidad la colmara y no requiriese nada. A su vez, mi suegro estaba encantado con su bella mujer ycon la nueva vida que se gestaba, nada menos que la de quien sería mi esposa y ahora mi viuda. Al doctor también lo hacía feliz ser yerno de la afamada chamana, de quien tomaba notas, hacía grabaciones y filmaciones, siempre con un respeto sagrado que hacía reír a la curandera, mira tú, el sabio gringo acabó de aprendiz de brujo.
Héctor, orientado por Doña Lupe, se iba al campo, se perdía...