Ella.

Las pequeñas partículas de polvo predominaban en aquella oscura habitación. El aroma a abandono y desgracia, se percibían desde el desierto. Los pisos rechinaban solos, cual fantasma caminando oflotando, sobre ellos. Pues sí, eso es cierto. Fantasmas de sobra, superpoblaban ese amargo pero silencioso sitio. Creaturas de este mundo, o quizás de otro, la rodeaban y le daban su grata compañía.Ella los sentía, percibía su presencia e incluso los veía, cuando su mente cruzaba el río de la incomprensión y caía sobre la catarata imaginación. Los únicos ruidos que se hacían presentes, aparte delcontinuo rechinar de la madera, era el derrumbe de una gran cantidad de libros, uno sobre el otro. Claro, el orden, no era algo característico de su personalidad. Más bien el caos la acompañaba tantoen aquella habitación como en su vida. La anarquía era su ley mayor, aunque muchas veces, al caer por la montaña, creía ver a Dios leyéndole a los pequeños corderos, textos de paz y humildad, o por elcontrario, al demonio en persona, arrastrándola hacía el infierno tan temido. Su mente vagaba por horas, mientras que su pálida mano, embebía la punta de su pluma, en la ciénaga de tinta, que seencontraba al lado de una hoja de papel.
Ella escribía lo que dichas presencias le dictaban, cada una, su propia historia. Como llegaron a su lado, las causas increíbles o insignificantes de sufallecimiento y la verdad que jamás pudieron contar acerca de sus propios descubrimientos. ¿Qué era ella? Una especie de intermediaria entre la vida y el más allá, una simple trastornada que buscaba llamar laatención o sólo una literata que deseaba llenar al mundo de nuevas historias.
Aquella mañana, su rostro denotaba un cansancio superior, pues su esposo le había reclamado por octava vez en lasemana, que abandonara las visitas a esta habitación. La voz de ese hombre, la volvía una especie de tigre hambriento, con exageradas y deseosas ganas de arrancarle los labios y callarlo para siempre....