ENCANTADA

ENCANTADA
“De repente, murió: que es cuando un hombre llega entero, pronto de sus propias profundidades. Se pasó para el lado claro. La gente muere para probar que vivió. Pero ¿qué es el pormenorde ausencia? Las personas no mueren. Quedan encantadas…”. Así pensaba María Antonia frente a la ventana mientras observaba como corría la lluvia por los tejados, sus ojos deslucidos advertíanincontables noches de desesperación y angustia frente al recuerdo de su amado Roberto, su memoria iba y venia en un juego de preguntas sin respuestas. Era una noche gris y lluviosa, la niebla helada secolaba por los espacios de las ventanas, el frio penetraba como lanzas en su cuerpo, era imposible consolar el sueño sin primero buscar abrigo, María Antonia descendió de su cuarto rumbo a la cocinaen busca de una taza de café, en su trayecto notó que del pasillo de madera reluciente, solo quedaban unas tablas opacas y polvorientas, las últimas flores del geranio que cuidadosamente cultivó paraque permaneciera siempre frondoso, caían una a una como hojas secas en otoño, en las paredes, los colores terracotas de la humedad decoraban su fondo. La casa había perdido viveza y colorido yla melancolía inundaba todo el recinto. Mientras observaba detenidamente cada rincón de la casa, recordaba con nostalgia la labor diaria que realizaba para dejar todo reluciente con el fin de queRoberto encontrara todo perfecto a la hora de su visita, pero eso detalles ya no importaban, en últimas para quien lo dedicaba ya no estaba. Hasta la noción del tiempo la había perdido, así como todoacercamiento con el mundo exterior, solo estaba decidida a esperar con resignación el momento de su partida.
Al llegar a la cocina su deseo de café ya había desaparecido, de regreso a su cuarto,paso por el lugar donde tantas veces Roberto le había jurado amor eterno a la luz de las velas junto al ramo de azucenas. Allí, sentada en la mecedora junto al candelabro que aun portaba unas pocas...