Energía nuclar y los caminos del apocalipsis
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El aprendiz de brujo
La energía nuclear y los caminos
del Apocalipsis
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Gustavo Lencina
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La energía nuclear y los caminos
delApocalipsis
México
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Miami
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Buenos Aires
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El aprendiz de brujo
©Gustavo Lencina, 2013
D.R. ©Editorial Lectorum, S.A. de C.V., 2009
Centeno 79-A, Col. Granjas Esmeralda
C.P. 09810, México, D.F.
Tel: 55 81 32 02
www.lectorum.com.mx
ventas@lectorum.com.mx
L.D. Books Inc.
Miami, Florida
sales@ldbooks.com
Primeraedición: ..... de 2013
ISBN:
Colección CONJURAS
Realización editorial: Julio Acosta
(julioacotaeditor@hotmail.com.ar)
D.R. ©Portada e interiores: Mariel Mambretti
Corrección: Ariel González
Características tipográficas aseguradas conforme a la ley.
Prohibida la reproducción total o parcial sin autorización escrita del editor.
Impreso y encuadernado en México.
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A Dalia Goldman, mi esposa
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Introducción
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Despertó con una sensación de extrañeza. Poralguna razón su
madre no había golpeado la puerta esa mañana ni una sola vez, ni
le había dicho que se apurara, que el desayuno ya estaba en la mesa,
ni había encendido la radio para escuchar las noticias. El sol, que ya
estaba alto en el cielo, caía sobre la cama; más exactamente, sobre
su almohada. Por eso se había despertado. Parpadeó apartándose
el pelo de la cara y miró alrededor tratandode ubicar qué era lo
anómalo. La casa estaba desierta. No se escuchaba el zumbido
apagado que producía el motor del refrigerador. De lo cual dedujo
que ya eran pasadas las 12 (el motor funcionaba a pleno de 9 a 12
y acumulaba frío para toda la jornada). Se levantó y recorrió los
cuatro ambientes de la casa. Nadie.
Sobre la mesa de la cocina silenciosa encontró su cuenco de
cereal a mediollenar, también estaba el cartón de leche fuera de
la heladera. Esto encendió en su conciencia una luz de alarma que
ya no se apagó. Su madre jamás dejaba nada fuera de la heladera.
Nadie lo hacía, salvo que fuera por una razón de fuerza mayor
como un accidente o algo por el estilo. Como la leche la compraban
en una granja cercana y no tenía conservantes se echaba a perder
con mucha facilidad.Dejar que la leche se pusiera mala era casi tan
malo como olvidar el refrigerador prendido, volcar un balde de agua
o mezclar la basura. Simplemente eran cosas que la gente no hacía.
Notó que había cereal caído sobre la mesa, alrededor del cuenco,
lo cual no hizo más que acentuar la sensación de opresión. Pensó en
desayunar, pero antes decidió asomarse al garaje para ver si estaba
el autode su papá. Atravesó dos puertas y llegó hasta el cobertizo.
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GUSTAVO LENCINA
El automóvil no estaba y eso le trajo un respiro de tranquilidad. Era
un rasgo de normalidad, y su padre se trasladaba diariamente en el
auto eléctrico hasta la estación de trenes donde lo dejaba guardado
para abordar la formación que lo llevaba alcentro fabril. Abrió un
placard y vio que tampoco estaba el traje de seguridad que su padre
cada noche lavaba con una manguera antes de irse a dormir. Eso
sólo podía significar una cosa: estaba en la planta nuclear. Tuvo un
escalofrío que a su vez le provocó extrañeza. Al fin y al cabo no había
motivos para tener miedo. Su papá le había dicho que en su época
sí que los había, pero de esto...
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