Ensayo parra

No murió crucificado
Damas y caballeros, estimados deudos de este gran hombre.
Inapelablemente, cualquiera que crea de si mismo ser un soberbio que escribe palabras que nadie conoce, a costa de nuestra estupidez, o un hipócrita que encuentra la belleza en ver como una persona se dispara en la sien, no son más que gente tan sensible como intocable, gente que no comparte el mismo mundo en el quevivimos sino que son tan orgullosos que nos invitan a adentrarnos en sus propios sueños y anhelos. El colmo es que nosotros caemos en la adulación, creyendo que son genios y dignos postulantes al “Premio Nobel Chileno”, es decir, postularlos a la presidencia de la república, sin embargo pocos les siguieron el juego, porque estos mismos postulantes tenían claro que era de broma, otros nolamentablemente. Tampoco es ninguna casualidad que aquellos que se crean “pequeños dioses”, fracasados por cierto, decidan llevar una eterna vida de calvario, llevando una cruz a cuestas, sólo para llegar al cielo como mártir o al infierno como héroe, el fin de ser exitoso justifica los medios; ya no es como cuando Jesús llevaba la suya, ahora parece como si cada poeta para ganar popularidad llegue alpunto de querer imitar a Jesús. Por suerte existen los flojos, nunca faltan los que no ven con nada más que sus ojos, los que no oyen con nada más que sus oídos, los que no sienten con nada más que con la piel; es cierto, les falta espectacularidad, pero por lo menos saben ocupar sus sentidos e instintos a la perfección, a diferencia de muchos que extrañamos esa habilidad y creemos ser almasvisionarias. Por eso estamos aquí reunidos, para honrar la memoria de un hombre que vivió solamente con lo puesto, con riqueza material o riqueza espiritual, da lo mismo, con riqueza simplemente; que vivió y murió con nosotros, y se aseguró de vivir harto ¡que paleteado el viejo! Un centenar de años para sacarnos la madre a todos, un centenar de años para vivir con lo obvio, un centenar de años para ver ennosotros y mostrarnos lo que somos, un centenar de años sin crucificarse, un centenar de años amado y odiado, un centenar de años sin el Premio Nobel, un centenar de años para terminar injustamente condenado al ataúd por decisión del jefe, y lo más importante, un centenar de años siendo Nicanor Parra.
Desde tiempos inmemoriales, existe el dicho “los buenos siempre mueren jóvenes”, como buenantipoeta, el antagonista perfecto, Parra murió muy viejo, viejo de cuerpo, no viejo de mente, mientras que los “buenos” se fueron temprano, por aceptar llevar cargas que sabían que no soportarían, el mismo Parra lo dice en sus poemas, ya que era el último que le quedaba por irse: “El que murió más joven fue Huidobro/ A los 55/ Lihn a los 58/ La Mistral a los 68/ Neruda a los 69/ Moraleja: losinmortales no llegan a los 70/ me pregunto qué hubiera pasado con él/ de no mediar el accidente fatal/ Ofrezco la palabra/ pólvora le quedaba para rato/ El reloj de Caronte se adelanta más de la cuenta”. “Ustedes se preguntarán que pasó con los inmortales/ prácticamente todos bajo tierra/ si no fuera tan tarde/ pediría un minuto de silencio/ por estos buenos muchachos tan olvidados/ Bastante merecidoque se lo tienen/ Casi todos ellos son Premios nacionales/ Perros Guardianes del establecimiento/ Vergüenza más grande no hay/ Nuestro proyecto fue cambiar el mundo/ y el mundo terminó cambiándonos a nosotros/ Los que ayer exigían la cabeza del dictador/ hoy se conforman con verlo mejor peinado/ Para llorar a mares/ Terminaré pegándome un balazo”. No es para menos, alguien que era tan sensiblecomo él, no en el sentido meloso y soñador, sino en relación a su sensible observación de nuestro mundo, con todos sus sentidos alerta, pudo sentir cada vibración que emitiera nuestra realidad como país y por supuesto, escupir cualquier reacción, tanto de asco y burla como de regocijo y admiración, que pudiese suceder en él, siempre con la amenaza hacia nosotros del disparo en la sien que nunca...