ENSAYO
LEISA revista de agroecología • 20-4 • abril de 2005
La tragedia provocada por la agricultura industrial no solo se mide por la contaminación generada por los agroquímicos que utiliza (fertilizantes, fungicidas, herbicidas, insecticidas), por la radical transformación de loshábitat originales convertidos en «pisos de fábrica» para los monótonos cultivos de una sola especie, por la dilapidación de agua, suelos y energía, por la erosión de la diversidad genética a consecuencia del uso de unas cuantas variedades mejoradas, por el incremento del riesgo a causa de los organismos transgénicos, o por la generación de alimentos peligrosos e insanos; también se distingue por unimpacto cultural de incalculables consecuencias: la destrucción de la memoria tradicional representada por los saberes acumulados durante por lo menos 10.000 años de interacción entre la sociedad humana y la naturaleza.
En efecto, hija legítima de la revolución industrial, engendrada en los recintos más ortodoxos de la ciencia moderna, la agricultura industrializada se ha impuesto por buenaparte de los rincones del mundo pasando por encima de los conocimientos locales, los cuales son visualizados como atrasados, arcaicos, primitivos o inútiles. Esta exclusión, que arrasa literalmente con la memoria de la especie humana en cuanto a sus relaciones históricas con la naturaleza, no hace más que confirmar uno de los rasgos de la modernidad industrial: su desdén, e incluso su irritación, portodo aquello considerado como tradicional. No en balde la ideología del «progreso», el «desarrollo» o la «modernización», erigida en mito supremo, se funda en la supuesta superioridad de lo «moderno», el mercado y la tecnología y ciencia contemporáneas, sobre lo «tradicional». En consecuencia, el mundo moderno es un mundo que tiende a quedarse sin memoria, un mundo amenazado por la amnesia.
Esdentro del panorama anterior donde destaca el valioso trabajo de rescate realizado por ese ejército de estudiosos de las culturas tradicionales actuales y, especialmente, de aquellos dedicados a documentar, analizar y revalorar los conocimientos premodernos sobre la naturaleza, un esfuerzo de contracorriente intelectual que ha crecido durante las últimas cuatro décadas. Estos estudios se hancentrado en el análisis de ese cúmulo de saberes, no científicos, que existen en la mente de los productores rurales (agricultores, pastores, pescadores, ganaderos, cazadores, recolectores) y que han servido durante milenios para que la especie humana se apropie de los bienes y servicios de la naturaleza.
Las «dos ecologías»: el saber y el conocer
A los investigadores entrenados en los recintosacadémicos de la ciencia moderna nos enseñaron a entender las técnicas, a inventariar las especies utilizadas y a descubrir los sistemas de producción, energía y abasto por medio de los cuales los grupos humanos se apropian la naturaleza. Rara vez nos enseñaron a reconocer la existencia de una experiencia, de una cierta sabiduría, en las mentes de los millones de hombres y mujeres que día con díalaboran la naturaleza precisamente mediante esas técnicas, esas especies y esos sistemas, y bajo modalidades que podemos calificar en conjunto como preindustriales.
Hoy, en los albores de un nuevo siglo, esos hombres y mujeres conforman todavía la mayor parte de la población dedicada a apropiarse los ecosistemas del planeta. Y es justo por esta omisión y por este olvido de la investigación...
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