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Por Álvaro Bonilla Chinchilla, Costa Rica.
Premio Especial “Semilla de Dios”, otorgado por el ministerio Sembrando Semilla de Dios.


Álvaro Bonilla Chinchilla, San José, Costa Rica, 1958. Ejerce como profesor de español y literatura latinoamericana en la Universidad de Las Bahamas. Posee un Máster en Literatura, del Instituto Máximo Gorky de Moscú. Ha publicado unaselección de poemas traducidos al idioma ucraniano e incluidos en el libro La Palabra nacida en la lucha, Kiev, 1985; también ha publicado poemas en diferentes revistas literarias cristianas. Su esposa Yorleni y él son los pastores principales de la iglesia hispana Casa de Avivamiento, Comunidad Cristiana Internacional, en Nassau.Enviado por Él

I
Entonces él se levantó y fue (Hechos 8:27).

Esa noche de febrero, después de haber orado en el Bible Club por los drogadictos de la isla, regresé a mi apartamento sintiendo aún carga por ellos. Son pocos, peroentristecen a la comunidad de Spanish Wells y causan aflicción a sus familiares. Casi todos son pescadores de langosta, que es la industria familiar más importante de esta pequeña pero preciosa y próspera isla ubicada en el cayo San Jorge, a ochenta kilómetros al este de Nassau. La pesca de la langosta les genera muy buenos ingresos que estos muchachos malgastan (me han contado que a veces, en una semana,despilfarran más de cinco mil dólares en cocaína y otras drogas). Cuando están en tierra suelen salir de noche en sus autos deportivos o en sus carritos de golf. Se pasean alrededor de la isla; dan vueltas y vueltas, como autómatas, hasta altas horas de la madrugada. Durante el día casi nunca los ves, aunque una tarde pude contemplar a uno de ellos. Yo salía del supermercado cuando escuché unosgritos estruendosos. El muchacho venía caminando en zigzag por media calle, sin camisa, desgreñado, flaco, con los ojos desorbitados. Gritaba y maldecía. Vociferaba frases incoherentes. Todo él era un grito de angustia, como si su alma implorara: “¡Ayúdenme!” Su figura macilenta y desmedrada contrastaba con el ambiente sano y pacífico de la isla. Dos jovencitas iban detrás de él intentandoinútilmente apaciguarlo.
—Es adicto al crack, Mr. Bonilla —me explicó una de ellas en mi clase, al día siguiente. Y agregó con pesar:
—Es mi primo.
Así es que al llegar a mi apartamento, de inmediato apagué la luz, me arrodillé al filo de la cama, y me puse a orar. “Si al menos uno de ellos se rindiese a ti, Jesús; uno solo bastaría para atraer a los demás a tus pies”, le clamaba al Señor. Oré por unbuen rato. Luego permanecí en silencio. Fue entonces cuando el Espíritu Santo habló a mi corazón y me dijo: “Ve a Cuba. Ve este viernes. Lleva tu diezmo y tus ofrendas”.
De momento no comprendí bien el mandato de Dios porque yo estaba orando por los jóvenes drogadictos de Spanish Wells, no por Cuba. Pero cuando el Espíritu Santo te habla, su tierna y firme voz penetra en tu corazón, te convence yte colma de paz.
Al principio titubeé: tenía un dinero ahorrado para comprarme una computadora, y el viaje a Cuba implicaba invertir ese dinero. Pero había convicción en mi espíritu de que Dios me enviaba a Cuba con un propósito. El viernes se iniciaba el receso escolar, hasta el próximo martes. Así es que ese viernes por la mañana tomé el barco rumbo a Nassau, y una vez en la capital, me dirigíde inmediato a la agencia cubana de aviación, Havana Tours. Allí me sugirieron ir directamente al aeropuerto, pues ya no quedaban asientos libres en el avión. Llegué al aeropuerto con la certeza de que hallaría un espacio para mí, porque Dios me enviaba. Y así sucedió: sin contratiempos compré mi boleto de avión para ese día, con regreso el lunes por la tarde. Luego fui al Royal Bank del...