Español
Así se batía el cobre en la fonda que de feliz no tenía más que el nombre, Arroz y habichuelas siempre en bullay sin esperanzas de reconciliación. Un día nublado, igualito a los otros porque en las cocinas de las fondas no se sabe de sol, llegó un coso feo a manos de Ña Jesusa que alboroto a toda la alacena.El recién llegado era largo y flaco como La Pelona, colorao pero no del colorao saludable y atractivo de Habichuelas, sino de un colorao jinchote de carne viva después de una quemadura. Ña Jesusa loañoñaba como a un bebé a cada rato abría el congelador para sacarlo a pasear , la pobre cebolla tenía que servirle de sabana al nuevo alimento y gracias a el se enteraban de todo lo que pasaba en elcomedor de la fonda. Los clientes recibían al intruso recostado como un emperador romano sobre un platillo plástico y se lo pasaban como clásico amarrillo en boca de viejo con el efervescenteacompañamiento de una bebida color gracia de vaca que todos parecían preferir al maví. Lo que dejo patidifuso y boquiabierto a todos en la cocina fue el saber que la antigua Fonda Feliz se llamaba ahora y...
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